U N O

U N O

Nueve de la mañana la puerta es tocada. Pensé: es Christopher con los folios. Mas un asiático de aspecto cansado y que no es Chris estaba esperandome en la puerta.

—Ah... ¿ Se te ofrece algo? —no podía negar que su presencia me molestaba. Él no era culpable de que la mujer que me gustaba se interesaba por él, pero bueno no se va acabar el mundo por un amor no correspondido.

—Si. ¿Puedo pasar? —se veía muy estropeado, como si lo fueran corrido sin aceite. O su rallador no tuviera agua, claro si de coche hablamos.

Lo dejé pasar por educación porque si fuera por mí le cerrara la puerta en las narices. «Basta Eliezer, deja de ser tan pedorro»

—Siéntate. —dije, obligando a mi voz a salir sin un tono que denote mi malhumor por su presencia.

—Es rápido. Y claro, un poco extraño. Quizás te enteraste que Anne dió a luz. —y allí vamos... ¿Este hombre vino a restregarme en mi cara su felicidad? Ahora es papá y tiene la mujer que quiero a sus pies, aunque él no esté con Anne, ella siempre estará colada por él.

—Si. Felicidades —dije con amargura. Me senté en el sofá de enfrente donde estaba él. Junté mis manos, las froté.

—Felicidades a tí. —su mirada era fría— No soy el padre, hablé con Venecia ya que Anne se niega a declarar palabras. Eres el padre de mi supuesto hijo, Crohn.

Sonreí, ¡vamos! todos saben que la idea de ser padre es grandiosa pero la realidad es vivirla.— Perdón por mi descaro, pero me siento feliz. —comprendia a este hombre, debe estar dolido pero no puedo ocultar las emociones que ahora se concentran en mi pecho.

—Me alegro por tí, fueron nueve meses que te perdiste pero tienes todo una vida para recuperarlo.

—Gracias Lovecraft. Sé que no somos los mejores amigos o simplemente no somos amigos pero agradezco que vinieras a verme. 

—Sé con lo que ha dicho Venecia de tí que harías lo mismo conmigo si así fuera el caso, a la inversa. —se levantó del sillón y caminó hacia la puerta.

—Entiendo tu situación, te doy un consejo aunque no me lo pidas —se detuvo y dió media vuelta.

—No te lo pido. —sonreí, era obvio que no le caigo al tipejo.

—No dejes escapar a Venecia. —es una historia a parte que Venecia y Lovecraft tuvieron que vivir para ser felices y lamentablemente, mi felicidad también dependía de las decisiones que tomara este hombre.

Con un estrecho de manos se fue dejándome una sensación de satisfacción y la dirección del hospital donde se encontraría mi hijo.

Me vestí y no pude esperar a Chris. La emoción me podía. 

Conduje lo más rápido y nervioso. Llegué a la clínica donde la atendieron y fuí a recepción.

—Disculpe señorita, vengo a visitar a Anne Brito —la enfermera revisó en el registro y sus ojos se ensancharon — ¿Sucede algo?.

—¿Señor...?

—Crohn, Eliezer Crohn.

—¿Qué relación tiene con la paciente?.

—Digamos que soy el padre de su hijo.

—¡Gracias al cielo! Estábamos esperandolo. —dijo la recepcionista, llamó a una enfermera y le dijo algo y está se acercó a mí.— Ella le dirá que sucede.

—Buenos días señor. Acompáñame.

La seguí y me sentía nervioso.—  ¿Sucede algo? —le pregunté a ésta.

—Luego lo verá. —llegamos al pasillo donde está el neonatal y a través del cristal señaló algo— ¿Preparado?.

Asentí y entramos, no era el único, había varios bebés. Me acercó a una cunita donde había una inscripción. Brito.

—¿Es mi bebé? —asintió— y ¿la madre?

—La mujer se marchó ayer y dejo dicho que su padre lo buscaría. Lo esperábamos. Incluso deberá pagar una multa por su descuido.

—¿Se marchó así sin más? —no lo creía.

—Protección infantil había dejado anunciado que si no llegaba al terminar la semana se llevaría a un orfanato.

—No sabía. Me avisaron hoy. —el bebé era tan pequeño que me daba temor agarrarlo, era tan chiquitito que impregnaba ternura y no lo pasaré por alto pero es una mini copia de mí.

—Tendrá que pasar por recepción a firmar y darle el apellido a su hijo y su nombre. 

—¿No tiene nombre? —estaba sorprendido de lo descuidada y desnaturalizada de Ann.

—Deberá darle uno —me miraba reprochandome como un irresponsable. Se fue dejándome sólo con mi hijo.

—¡Caray! Campeón... ¿Ahora que te pondré? Yo soy malo con los nombres... 

Mientras hablaba con el bebé que lo único que hacía era apretar mi dedo índice, un hermoso nombre vino a mi mente, recordé a mis padres y mi pecho de apretó, no están aquí en esta tierra pero de seguro la felicidad sería compartida con ellos, es obvio, sería su nieto. 

Tengo que despertar, ponerme las pilas. Improvisar, colocarle su nombre, acomodar mi casa, comprar cosas para él. Miro al chiquillo y me pregunto ¿que haré? Sí ni siquiera sé cómo cambiar un pañal. 

Que haré si soy uno de esos en que califica como mujeriego y a ser sincero, conozco más la anatomía y el deseo de una mujer que de un bebe.

Me gusta disfrutar del sexo y me gusta estar con una mujer, sin compromisos, disfrutar.

Eso es lo único que sé.

El bebé llora y llora, ellos necesitan de ser amamantado, cuidado las veinticuatro horas del día, sus vacunas y sí llora de hambre o de sueño o fastidio o por otra cosa ¿como sabré?.

Trabajo en una empresa que se encarga de fabricar productos y de todo lo relacionado a los niños. De ropas a todo lo que se encuentra en una habitación de un niño y sus productos personales, hasta convenios con farmacias para medicinas pediátricas. Dirijo una empresa pero no tengo la más mínima idea de como gestionar esta nueva vida y es la de ser padre. Economía, negocios, relaciones públicas y empresariales; Eso sí se como manejarlo pero a un bebé, un inofensivo que me mira con esos ojos como los de la madre azulado, esa piel morena tirando a lo trigueño y sus deditos larguitos que me dice que será un niño alto como su padre y por supuesto guapo.

No tengo familia, mis padres murieron hace años y los familiares que tengo son lejanos, sólo tengo una opción; aunque el no es padre pero tiene muchos sobrinos y está muy juntito con su querida y pues ella es madre de hace poco tiempo y tienen conocimiento de cómo atender a un bebé.

Pues lo llamaré. Lo necesito. Prefiero parecer un tonto que busca de ayuda que un ignorante que se la sabe todo y no sé acerca ni a pisca de nada.

—¿Aló?. ¿Donde estás? Estoy llamando a tu departamento. ¿Que te hiciste?.

El bebé empezó a llorar y se contraia en un ovillo haciendose más chiquito de lo que era.

—Bro, necesito tu ayuda. 

—¿Donde estás? ¿Quien llora?.

—Tengo un hijo. 

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