JENNA
«Clara», dijo con voz grave y ronca por el sueño, que me provocó un escalofrío que me recorrió la espalda.
Mi corazón latía con fuerza contra mis costillas.
Tan rápido y tan fuerte que podía oírlo en mis oídos.
Nunca pensé que fuera a despertarse por los toques.
Todas las veces que lo había tocado, incluso cuando no eran sus muñecas, sino que le había tocado el pecho o los bíceps, siempre me soltaba sin abrir los ojos.
No sé qué salió mal esta vez.
Por qué abrió los ojos en su lugar.
«Eso es lo que he estado intentando decirte», dije, con una mentira que se me escapó con facilidad,
«Pero no te has emocionado, no sabía que echabas tanto de menos a Jenna», dije, con una risa burlona que sonó hueca a mis oídos.
Vi un destello de confusión en sus profundos ojos marrones. Se pasó la mano por el cabello oscuro y áspero, y las sábanas se amontonaron alrededor de su cintura cuando se incorporó.
Dios mío... estaba guapísimo.
Desprendía dominio.
Tuve que evitar mirarlo fijamente o pod