Mas tarde cuando espeso a oscurecer Noa regresaba a su casa y cuando entro se encontró con un chico de pelo amarillo y de su altura, este tenía grandes ojeras en los ojos y las venas se le marcaban en la esclerotiza, el chico cuando lo vio dijo.
— Vos debes ser el nuevo, me llamo Leandro, ven ¿quieres un poco? — Le dijo señalando varias líneas de polvo blanco que estaban sobre la mesa.
— Emm no, yo no lo hago.—¿Un cigarrillo? ¿un trago? —Pregunto hablando muy rápido.— No no, tampoco, ¿sos del clan?— Si, me pidieron que viniera.— También a nosotros dos, espero que sea algo importante. — Dijo Alan entrando junto con Anís.— Hermanos, cuanto tiempo sin verlos, se decía que nos habían abandonado. — Dijo Leandro abrazándolos a los dos.— Así fue, pero