Gonzalo examinó al hombre. “Leticia…” Hacía muchos años que no escuchaba ese nombre y estos últimos días no salía de su mente. “Tu… ¿Eres su hijo?”.
Aníbal observó al hombre, estaba pálido. “Vengo aquí a darte dos opciones como lo hice con Mario… La primera es salvar a tu empresa… La segunda es salvar a tu hija”.
Gonzalo sudaba y se estaba quedando sin aire.
Aníbal siguió. “Te daré un día para pensar…”
Gonzalo lo interrumpió gritando. “¡No necesito pensarlo! Katty es lo más importante”.
Aníbal negó sonriendo y burlándose de la situación. “¿La salvarías a pesar de perder todo?”.
“Si. Es mi única hija, la amo y haré lo que sea por ella”.
Aníbal chasqueó los dientes. “¿Estás seguro que es tu única hija?”.
Gonzalo se quedó quieto. “¿Qué quieres decir?”.
Aníbal irguió su cuerpo metiendo las manos en los bolsillos, mostró una mirada altanera y soltó. “Soy tu hijo”.
“¿Qué estás…? ¿Qué dices?”. Gonzalo apretó más su mano contra el pecho.
Aníbal caminó hasta él. “Soy hijo de Leticia