38. Hija del capo Duval.

La hija del capo Duval.

Las lágrimas no dejan de salir, el dolor sigue incrementándose. Siento que mi mundo se ha detenido, que el tiempo no avanza. Me es imposible percatarme de lo que dicen a mi alrededor, se que hablan y se mueven porque los veo, pero a la vez no. Escucho voces lejanas y sobre esas voces, el momento y las palabras que dijo Carlos al dispararle a papá.

Bajo mi vista a mis manos, están llenas de sangre que se está secando, mi blusa blanca también está llena de sangre, miro mis bailarinas, que ya no son blancas, sino rojas. Sé que cuando me quite las bailarinas tendré los pies llenos de sangre. Siento un punzante dolor en el lugar donde me dispararon hace unos días, sé que está sangrando, pero ese dolor es insignificante comparado con el dolor de mi pecho.

Levanto las manos y las muevo frente a mí, la sangre se ha metido entre mis uñas. Las lágrimas aumentan y empiezo a soltar quejidos de dolor. Mi respiración se vuelve agitada, los espasmos vuelven y los sollozos no
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