— ¡Princesa! – la mano de James aprieta la mía y ahí está esa sonrisa que amo.
— ¡Hola! – me abrazo a él y miro a mi padre que tiene el rostro desencajado.
— Leila dime que no estás embarazada – pongo los ojos en blanco y niego — ¡Es bueno saberlo! – sonríe.
— Me salté el almuerzo de ayer y no pude cenar tras la noticia de que los chicos habían tenido un accidente y nos fuimos a la clínica del Dr. Serrano – asiente comprensivo —. Todo eso y considerando que eres un verdadero hijo de puta conmigo…
— ¡Leila! – el rostro de mi madre era de pura rabia y James parecía que reventaría de la risa, mi padre… inexpresivo.
— ¿Puedo proseguir? &ndas