Nancy junto a su hija y nuera, estaban en una especie de trance, donde a pesar de todo lo que más resaltaba era la felicidad. La mujer mayor se imaginaba a un pequeño Liam corriendo por la casa, o a una linda Kimberly riendo y llenando de alegría cada rincón.
— ¡Señora Simons! — El grito del chófer alertó a las tres mujeres que lo miraron intrigada, parecía que había visto un fantasma.
— Señora, debemos irnos, el lugar está rodeado.
— ¿A qué te refieres?
— Reporteros señora, ellos saben que la señora Kimberly está aquí, los empleados tratan de detenerlos, pero son demasiados, están fuera de sí. — Antes que Kimberly pudiera preguntar qué era lo que sucedía o porque la buscaban, un grupo de periodistas se dejaba ver por el mismo lugar donde el ch