Al día siguiente Hana se levantó temprano y aunque su deseo era quedarse debajo de las sabanas y llorar su terrible desilusión, decidió que no se dejaría vencer por el dolor.
Ashraf tenía razón en algo ella era una mujer valiente que había sabido defender sus sueños y que se había forjado una vida que nadie le arrebataría, así tuviera que luchar esta vez contra el amor.
El amor que sentía por él, y que él había usado para lograr sus fines deshonestos.
Ella podía ser para él un ratoncito asustado y el gato furioso que la había hecho caer momentáneamente en su trampa pero lo que ella tenía a su favor era su inquebrantable deseo de ser libre.
Por eso esa mañana se