Adhara no quería saber nada de Chaid.
— ¿Qué hago yo aquí? — se preguntó al ver que el amor de su vida no tenía ni un ápice de quererla, incluso aun cuando estaba a punto de morir, este le había atacado.
— Deberías tomar esto — dijo la madre de su compañera de trabajo.
Estaba preocupada por cómo está estaba de molesta.
— Yo estoy bien — dijo esta y se quedó mirándole.
El cuerpo de la joven temblaba, su piel dorada estaba un poco pálida, su nariz enrojecida y la voz mucho peor que la noche anterior.
Adhara ya había estado enferma antes, pero siempre debía seguir con sus obligaciones, era parte de su trabajo, era deportista y tenía sobre su espalda, el peso de la escuadra.
— ¿Qué estará pasando ahora? — se preguntaba varias veces, era algo de lo que se preocupaba, a pesar de saber que no estaría ahí o que quizás nunca los volvería a ver, extrañaba a su amiga, a pesar de que eran bastante diferentes, está siempre estaba ahí para ella, la escuchaba, era la única que sabía todo de ella, su