Tocar una cocina de aquella época no estaba previsto para Adhara, estaba sorprendida de verla, contenta igualmente, la experiencia a pesar de todo estaba resultando interesante.
— ¿De dónde eres? — preguntó una joven, parecía de unos veinte años, se veía que le tocaba demasiado duro, sus manos estaban lastimadas y muy maltratadas.
— No lo sé, no tengo memoria sobre eso — dijo mientras intentaba pelar algunas verduras, la mujer la observó.
— ¿Nunca has cocinado cierto? — le preguntó al ver la manera torpe en la que hacía las cosas.
— Jamás, en casa creo que nunca me toco — le dijo esta y la mujer negó con la cabeza.
— Lo presentía, tus manos están demasiado cuidadas, como si nunca te hubieses tomado el tiempo de preparar algo, considero que mi la cama has de haber hecho — dijo y en su rostro se notaba un gesto de reproche.
— No quiere decir que no haya hecho nada, solo que en la cocina nunca trabajé, soy una mujer que aprende con facilidad y también se ha estropeado — dijo mientras