No hay un solo paisaje en todo el mundo que se parezca a el salón que recreaba «primavera». Digno de una postal de Alicia en el país de las maravillas. Para ponerlo en pocas palabras y muy claras, un lugar que si hubiera visto la reina de corazones seguramente hubiera mandado a cortar la cabeza de sus jardineros por incompetentes. Así de simple, así era el jardín que había diseñado Robertino para Lila y Andrew.
Salvo el centro amplio y generoso, todo era un enorme laberinto, pero muy bien señalizado. No era muy alto, estaba cortado a la altura de la cintura y podían seguirse las líneas de colores hechas por flores de época que marcaban los diferentes puntos de referencia.
Los invitados se desplazaban hacia sus mesas mientras los simpá