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Victoria.

¡Dios Bendito!

¿Qué era lo que no podía dejar de hacer con ese hombre peligroso?

Tenía que volver a mis sentidos.

Él mismo me había reconocido que no iba a dejar de acostarse con otras mujeres y, aun así, allí estaba, abriéndome de piernas para un tipo como él.

Tenía que parar de una vez.

Pero ... ¿por qué no podía?

Ese hombre era como una drog

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