Escena III

JUAN: ¿Ivana, y tú? (IVANA Se detiene) ¿No estás cansada? ¿Tan poco amor sientes por ti misma?

IVANA: (Voltea) ¿A qué te refieres?

JUAN: ¿Que si no estás cansada de obedecer? ¿Qué si no estás harta de complacer a todos? ¿No estás cansada de recibir migajas por tu trabajo? ¿De verdad te sientes conforme con todo eso? ¡Yo no! Yo quiero algo mejor para mí… Perdón, para ambos.

IVANA: ¡Cállate, Juan! ¡Estás diciendo puras tonterías! ¡Salgamos ya!  

JUAN: ¡Eso! ¡Salgamos! Salgamos y continuemos con todo esto… con este patético teatro. ¿Qué hermoso, verdad? Trabajar toda la vida, ganar solo lo justo para sobrevivir, envejecer, y terminar nuestras vidas dependiendo de una pensión. O mejor aún, pasar nuestros últimos años de vida consumiéndonos en un asilo, perdiendo la memoria y sufriendo de incontinencia. ¡Qué panorama tan encantador! (Irónico) Hasta me dan ganas de llorar de la alegría.

IVANA: (Afectada) Juan, por favor… (Se dirige hasta la puerta del recinto, pero se detiene frente a esta).

JUAN: Dudas… 

IVANA: Yo no estoy dudando.

JUAN: Estás dudando…

IVANA: Es solo… Juan, yo no soy una ladrona. Mi jefe… Él confía en mí.

JUAN: (Ríe a carcajadas) ¿Crees que le importas?, ¿de verdad piensas que se preocupa por ti, por tu bienestar? Si ni siquiera es capaz de prestarte el dinero para pagar la operación de tu mamá. Ese préstamo para él no significa nada. Corrígeme si me equivoco, pero seguramente cuando lo pediste el dinero te dijo (Imitándolo):¡Yo me he esforzado mucho como para permitir que alguien recoja el fruto de mi trabajo!”. ¿En serio crees que ese dinero lo obtuvo de buena manera?, ¿que sus manos están limpias de todo pecado? ¡Por favor, Ivana, quítate la venda de los ojos! Nadie llega a ser tan rico de buena manera. En algún momento tuvo que extorsionar, robar, engañar, o qué sé yo. ¡Está bien que seas honrada, pero tampoco caigas en la inocencia! Sabes, Turrón, no quería decírtelo, pero creo eres la persona más egoísta que he conocido.

IVANA: ¿¡Egoísta yo!?

JUAN: Sí, Ivana: ¡Eres una egoísta! Hasta ahora solo has pensado en ti, en tus intereses. Y todo para dejar tu integridad en alto. Pero… ¿Y tu mamá? ¿Le fallarás por culpa de tu jefe, por ser incapaz de renunciar a tus principios, al menos por una vez en la vida? Turroncito, esto es más grande que tú: la salud de tu madre está en riesgo. (Al público) ¡Si con esto no cae, no cae con nada!

IVANA: (Pausa. Resignada) Tienes razón… Esto es más grande que yo. (Regresa al centro y deja caer el bolso de viaje).

Pausa.

JUAN: Entonces… ¿Me estás dando la razón?

IVANA: Sí.

JUAN: (Que aún no sale de su asombro) Ya va, ¿de verdad me estás dando la razón?

IVANA: Sí, Juan. ¿Qué hay de raro en eso?

JUAN: (Al público) ¡Al fin pego una con esta mujer!

IVANA: Juan, yo no quiero ir presa. Ese señor es muy poderoso. ¿Encerrada tras un muro de barrotes cómo voy a ayudar a mi mamá?

JUAN: (Jactancioso) ¿Olvidas con quién estás hablando, Turroncito? Yo soy policía. Yo conozco el mundo del crimen como a la palma de mi mano. Para mí esto es pan comido. Tú solo haz lo que yo te diga y todo saldrá bien. Te aseguro que después de esto nuestras vidas cambiarán para siempre.

IVANA: (Nerviosa) Está bien, Juan…  ¿Qué piensas hacer?

JUAN: Algo muy sencillo: fingiremos un robo.

IVANA: (Vacilante) ¡Juan, todo esto me aterra!

JUAN: Tranquila… Ya te dije que tengo experiencia en esto. Hazme caso y ya, ¿quieres? ¡Déjate llevar!

IVANA: (Que no termina de convencerse) Está bien… Como tú digas.

JUAN: (Pausa. Mirándola fijamente) Turrón, ya sé que no es momento para esas cosas, pero ¿te puedo decir algo?

IVANA: (Intrigada) Claro, dime…

JUAN: (Erótico) No sé, pero saber que eres capaz de cometer un delito me despierta todo. Este es el sueño de todo policía: tener una mujer delincuente. ¿Qué se siente cometer tu primer robo, picarona?

IVANA: ¡Juan, por dios! ¡Contrólate! Deja tu payasada si no quieres que cambie de parecer. ¿Ni siquiera en un momento así puedes comportarte? Además, yo no soy ninguna delincuente, solo lo hago por necesidad.

JUAN: (En voz baja) Eso dicen todos al principio…

IVANA: ¿Qué dijiste?

JUAN: ¡Nada, nada, Turroncito! Mira, entonces haremos lo siguiente: Yo me llevo el dinero y lo escondo en un lugar seguro. Después de que se resuelva todo y quedemos libres de sospecha, lo gastamos. Pero ahora te haré una pregunta: Ivana, tú confías en mí, ¿verdad?

IVANA: (Intrigada) ¿Pero qué pregunta es esa? Por su puesto que confío en ti, de lo contrario no estaríamos en esta situación.

JUAN: Está bien, entonces no te asustes…

JUAN empieza a destrozar el lugar. Durante esta acción, alguno de los objetos cae sobre el bolso de viaje negro, haciéndolo invisible a simple vista. IVANA se asusta y lo detiene.

IVANA: ¡No! ¡No! ¡Qué haces! ¡Detente! ¡Con lo caro que está las cosas, ni con todos esos dólares podremos volver a recuperarlas!

JUAN: Pensándolo bien, mejor no las rompo… (Juan prosigue en su tarea, pero sin romper los objetos). ¡Listo, terminé!

IVANA: (Observando el lugar) Se ve bastante convincente…

JUAN: Ahora solo falta algo…

IVANA: ¿Cómo así? ¿Qué falta? Yo creo que con eso es suficiente. Cualquiera pensaría que alguien se metió a hacer de las suyas.

JUAN: No es nada del otro mundo. Es un simple detallito, una insignificancia.

IVANA: ¿Una insignificancia? (Pausa incomoda. JUAN fija su mirada en IVANA) ¿Y tú por qué me miras así? Juan… ¿Por qué te quedas callado? (JUAN comienza a caminar hacia ella lentamente, en actitud misteriosa) ¿Juan? Aléjate, Juan… Juan… Juan…

JUAN abofetea a IVANA con efecto de cámara lenta. Esta cae al suelo desmayada.  

JUAN: ¡Listo, con eso terminamos! (Pausa) ¿Turroncito? (IVANA no responde) ¿Turroncito? (IVANA no reacciona)  ¡Ay, mamá! ¡Creo que me excedí! ¿Turroncito, estás bien? ¡Despierta, Ivana! ¿Amor, estás viva? ¡Turrón, si por casualidad llegas a ver un túnel ni de broma te acerque a la luz! (Para sí mismo) Esto podría complicar ligeramente las cosas. (A IVANA) ¡Ivana, despierta! ¡Ivana!

IVANA: (Reacciona. Aturdida. Juan la ayuda a levantarse del suelo) ¿Dónde estoy…? ¿Y tú quién eres…?

JUAN: (Al público) ¡Santísimo, perdió la memoria! Bueno, mejor eso a que quede ciega o paralítica. (A IVANA) Soy yo, Juan, tu novio; el amor de tu vida ¿No me reconoces?

IVANA: (Recupera la consciencia. Iracunda) ¡Tú! ¡Pero qué te sucede! ¡Te volviste loco!

JUAN: (Tratando de tranquilizarla) ¡Guarda silencio que pueden oírnos!

IVANA: ¡¿Que guarde silencio?!

JUAN: Turroncito, nadie te creerá si no muestras señales de agresión física. Es algo elemental. En robos de este tipo los delincuentes siempre agreden a sus víctimas. Debemos ser muy cuidadosos. ¡Un solo error y todo terminará de la peor manera!

IVANA: (Que aún no sale de su asombro) ¡Cómo fuiste capaz! (Comienza a gritar pidiendo ayuda).

JUAN: (La sujeta con fuerza y le tapa la boca con la mano) ¡Cállate, cállate, que pueden descubrirnos! ¡Ivana, escúchame, no hay otra salida! ¡No seas egoísta, chica! ¡Piensa en tu mamá, en mí, en todo lo que podemos hacer con ese dinero! No sé… ¡Podríamos montar nuestro propio negocio! ¡Si quieres nos vamos a otro país y tenemos a nuestros hijos lejos de todo este caos! ¿Quieres desaprovechar este golpe de suerte? ¡Una oportunidad así no se repite dos veces en la vida!

IVANA: (Le muerde la mano. JUAN la suelta después de soltar un grito de dolor. IVANA corre a un extremo) ¡Pero qué te pasa, Juan! ¿Hacerme daño solo por dinero? ¡Un dinero que además no nos pertenece! ¡No! ¡Me niego! ¡Detengamos esto ahora que tenemos tiempo! ¡Estamos actuando igual que mi jefe! ¡Allá él con su corazón mezquino! ¡Me niego! ¡No quiero formar parte de esto! ¡Cómo fuiste capaz de golpearme! (Repica el teléfono de Ivana). ¡Juan, es mi jefe! ¡Es mi jefe! ¿Qué hago?

JUAN: ¡No! ¡No contestes!

IVANA: (Vacila, pero al final atiende la llamada) ¡Jefe!... (Pausa breve) Sí, ya voy saliendo para allá… (Pausa breve) ¿Qué por qué no he llegado todavía? Disculpe, es que estaba resolviendo unos pormenores… ¿Cómo? (Pausa breve) ¡Ah, es que estoy algo afónica, por eso se me escucha la voz así!... (Pausa breve) Sí, jefe, yo sé que no me paga para que me enferme… (Pausa breve) ¿Perdón? No alcancé a oírlo… (Sorprendida) ¿Qué lleve un tapabocas puesto? ¡Jefe, pero si la ronquera no se contagia! (Pausa breve) Está bien, jefe, llevaré el tapabocas… (Pausa breve) Tranquilo, no volverá a ocurrir. ¡En unos minutos estoy allá! (Cuelga el teléfono y lo guarda dentro de su cartera, luego la deja sobre la mesa). ¡Era mi jefe! ¡Era mi jefe, Juan! ¡Era mi jefe!

JUAN: (Irónico) Pude darme cuenta...

 IVANA: Esto debe ser una señal… Lo que estamos haciendo no es correcto. ¿Pero en qué estaba pensando? ¡Yo no soy una delincuente! (Transición. Decidida) Juan, quiero que te vayas de mi casa.

JUAN: Ivana, pero…

IVANA: Que te vayas de mi casa.

JUAN: Turroncito, ¿cómo me vas a hacer esto? Está es una oportunidad de oro… Piensa bien las cosas, ¿sí? No sé… Si quieres hacemos lo siguiente: tú sales con el dinero y yo…

IVANA: ¡Qué te vayas de mi casa!

JUAN: (Preocupado) ¿Estás molestas cierto?

IVANA: (Irónica) ¡No vale! ¿Cómo por qué habría de estarlo, si solo intentaste matarme?

JUAN: ¡Ay, amor, no seas exagerada!  Yo solo…

IVANA: (Grita) ¡Que te vayas!

JUAN: (Rendido) Está bien… Me iré. Solo ten en cuenta que te amo y que jamás sería capaz de hacerte daño. Yo solo actúe pensando en nuestro bienestar. Espero que algún día me perdones por el golpecito que te di.

IVANA: ¡”Golpecito”! ¡Mira como me dejaste la cara! Después arreglamos cuentas. En este momento lo único que quiero no verte la cara.

JUAN: ¿Y el resto del cuerpo?

IVANA: (Gritando. Histérica) ¡Qué te vayas!

Suena el timbre de la puerta.

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