Gaia levantó las cejas y a propósito pestañeó dos veces muy despacio, consiguiendo desesperar a la mujer.
— ¿Estás borracha o eres estúpida? ¿Acaso no me escuchaste?
— Te escuché perfectamente. — respondió Gaia con tranquilidad — A Alessandro no le gustan las mujeres casadas. Lo que no entiendo es quién er