DAVINA
—¿Se puede saber a dónde me llevas en mitad de la noche? No me gustan las sorpresas, Nicholas. —Estamos los dos montando a Pegasus y yo voy con los ojos tapados, otra vez.
—Muy pocas veces me decís Nicholas y me pone bastante. ¿Podrás empezar a gemir ese nombre más seguido?
—¡Pervertido! ¿Hay algo que no te ponga? —Le pego en la espalda y él ríe.
—Sinceramente, viniendo de vos, no creo que haya algo que no me ponga, pero si lo encuentro te aviso. —Vuelvo a pegarle—. ¡Llegamos!
Me ayuda a bajar de Pegasus. Estoy totalmente desorientada y cuando me saca la venda de los ojos no lo puedo creer.
—¿Q