DAVINA
Tomo sus mejillas entre mis manos y lo acerco más a mí, jadea cuando de improviso mordisqueo su labio inferior. Aprovecho para meter mi lengua en su boca y que se encuentre con la suya en esa danza que tanto adoro.
Hace un poco de presión y dándonos vuelta quedo debajo de él. Se escucha un trueno que me hace estremecer y las luces de toda la casa se apagan iluminándonos simplemente con la luz de la chimenea.—Mierda —murmura él, mirando por todos lados.
—Justo hoy se te tenía que ocurrir venir a la cabaña del lago.
Él se ríe y niega con la cabeza. Me mira y vuelve a atacar mis labios, este beso ya no es tierno y dulce; es fogoso, pasional, necesitado. Él necesita este beso. Está diciéndose que e