NICHOLAS
Abro los ojos y vuelvo a cerrarlos cuando siento los rayos del sol pegarme en ellos. Me quejo e intento darme vuelta pero un peso me lo impide. Miro y veo que tengo a Davina acostada sobre mí, su cabello cubre casi toda su espalda y su pecho se infla y desinfla con calma. Los sucesos de ayer vuelven a mí y me es imposible no sonreír.
¡El beso!
Fue solo un beso, pero... ¡Qué beso!
Afirmo sin lugar a dudas que fue el mejor beso de toda mi vida. Su piel caliente sobre la mía, sus manos tirando de mi cabello, sus piernas en mi cintura y su lengua suave dentro de mi boca. Solo pensar en eso hace que se me erice la piel. Nunca jamás tuve una