25 - Muy crueles.
Con lágrimas en los ojos, Camila se vistió, mientras veía a su prometido perderse dentro del sanitario. Era la primera vez que sintió, que sus palabras bruscas, eran reales.
Cuando Roberto salió del baño, la miró sentada en la cama.
— Sigues aquí — murmuró —. El chofer te llevará a casa.
— Roberto, lo que pasó…
— Me gustó mucho. Somos pareja y vamos a casarnos — interrumpió —. No deberías preocuparte por estupideces como eso, al fin de cuentas esto es lo que querías.
— Yo creí que me amabas, Roberto — gimió ella.
— Y te amo, de lo contrario, buscaría a cualquier otra puta para casarme — graznó en voz alta, sorprendiéndola.
Roberto salió de la habitación, y ella no pudo evitar suspirar. Ella lo amaba, y haría cualquier cosa por estar con él. Aspiraba ser la próxima señora de la casa Belmont, y solo convirtiéndose en su esposa, lograría aquello.
El abuelo, sin embargo, estaba saliendo de la mansión cuando Roberto bajaba las escaleras. Quiso alcanzarlo, pero no logró su cometido,