Nos marchamos los dos poco después del dormitorio de mi hija hacia el salón, sentandonos los dos en el sofá, fijándome en lo confundido que se había quedado David.
—- Keira, ¿cómo se llama mi hija? —- me pregunto
—- Cintia, como se llamaba mi madre — conteste
— ¿Quien la cuidaba cuando estabas trabajando?¿Una niñera? — volvió a preguntar
— No, la cuidaba mi amiga Aroa que vive con nosotras, pero mi pequeña ya va a la guardería, seguramente a la misma donde va tu sobrino — respondí
—- Keira ¿porque no me dijistes que te quedaste embarazada? — me pregunto, recostandose en el sofa
—- Ahora eso ya no importa David, lo que me importa es saber que vas a hacer tu ahora que sabes y conoces a nuestra hija — le dije
—- Si que importa Keira, yo como su padre tenía todo el derecho de saberlo — me contestó
Me senté recta en el sofá, ya que esperaba discutir con él y enfrentarme a sus reproches.
—- Si te lo hubiera dicho, seguramente tu madre me hubiera hecho abortar y no, no iba a consentir que na