Por mas que quiera sentarme a revolcarme en la autocompasión todos están tan perdidos como yo. Miro a Ren por primera vez descolocado, con la piel pálida, casi translucida cubierta por una ligera capa de sudor, luchando contra algún fantasma interno, no lo sé. Los guardias solo atan un pañuelo al herido a modo de torniquete, a la altura de la muñeca y la sangre casi negra sale de su muñón. Impasibles como si fuera una situación de todos los días.