—Señorita García, espere un momento. Laura ya fue a buscar a Manuel —decía el asistente en la sala de descanso.
Antes de que terminara de hablar, la puerta se abrió. Manuel entró apresuradamente, seguido de cerca por Laura.
Miró a Noa, cuyo rostro estaba anormalmente sonrojado, muy diferente a su usual estado de embriaguez. Estaba tranquila, recostada en el respaldo de la silla y sus ojos parecían cubiertos por un velo de neblina.
Probablemente escuchó el ruido, porque levantó la cabeza y sonrió a Manuel, mostrando una apariencia extremadamente adorable.
Manuel sintió que su mente se nublaba y avanzó hacia ella con los dientes apretados.
—Te llevaré de regreso al hotel.
Después de decir eso, Manuel la levantó en brazos y salió con una expresión sombría.
—Espera.
Laura lo llamó y se acercó corriendo.
—Si la llevas así y alguien los ve...
Manuel la miró de reojo.
—No me importa.
Sin detenerse más, se marchó llevándola en brazos.
Laura quería insistir, pero su asistente la detuvo y le dij