“Todo amante es un soldado en guerra.”

Ovidio

—Hola mi amor —lo recibe emocionada Mónica cuando él entra a la habitación.

Él se aparta de ella, con indignación. Aún no entiende como María pudo saber lo de su matrimonio. Por ello, no tiene dudas y se atreve a confrontar a su mujer.

—¿Cómo María sabe de tu embarazo y de nuestro matrimonio?

—¿Qué? ¿Realmente me vas a preguntar eso? ¿No te importa en lo más mínimo como pueda sentirme?

—Sólo responde, no hay nada que ocultar. Tú sabías que era mi prometida y yo, no le dije nada. Por lógica debiste ser tú.

—No he hablado con esa mujercita, si eso te preocupa. Sólo si ella estalkea mis redes puede haberse enterado. ¿Por qué me ofendes así, Mario?

Al ver el rostro de Mónica siente compasión. Se acerca para abrazarla. Ella sonríe. Le es tan fácil manipularlo que cada vez más su ego narcisista, la hace sentir más fuerte e indestructible.

—Tengo la lista de invitados.

—¿Invitados?

—Sí amor. Quiero que por lo menos me acompañen mi prima Laura y s