El la miraba de arriba a abajo. — ¿Qué haces Rose? ¿Sabe tu novio que estás aquí?
—El no… no metas a Kalem en esto — lo miró a los ojos. — Y como si no supieras a qué vengo.
—Bien… vas directo al punto… eso me gusta. — encendió un cigarrillo — ¿quieres uno?
—No tengo esos vicios.
—Mala suerte — el humo salió de su boca. Eleanor hizo una mueca de fastidio. — ¿No te gusta el humo? — ella negó. — te aguantas entonces… estás en mis dominios… aquí se hace lo que quiero.
—Bien… dime qué quieres…
—¡Wow, Rose¿Tanto te molesta mi presencia?
—¿Para qué negarlo? — lo miró. — me enfermas… aún sigo pensando lo mismo de ti… así que…
—¿Tienes el descaro de llegarte hasta aquí y decirme eso? ¡Mal chiquita, empezaste muy mal tu discursito!
—¿Por qué no? El hecho de que me vea obligada a venir…
—¡Nadie te obligó! — dijo cortante.
—¡No seas tan cínico! Sabías muy bien que vendría… que haría cualquier cosa por ver a mis padres como antes…
—¿Cualquier cosa? — ella se tensó. — ¿Qué tal si te pido un fin de