Él la vio con tanta dulzura, que ella sintió un vuelco en su corazón.
—No, no quiero que llores, ni siquiera de felicidad, deseo que sonrías.
—¿Me vas a dejarte hacer la felación? —preguntó ella entusiasmada con la idea.
—Mejor descansa, mañana será otro día —la recostó en su pecho, le acarició l