Capítulo V. El nuevo orden

Siento mi cuerpo helado de escuchar toda esta información, mis piernas no paran de temblar y mis dientes están chocando entre sí, ya han pasado más de veinte mínutos, o al menos eso es lo que yo cálculo y es desconocido apenas me soltó, unos arrancones de los carros último modelo hicieron que ya no prestara atención a la cueva en la que nos encontramos, al volver la vista hacia el chico ví que nuevamente sacó la lámpara de sus pantalones y la enecendió - Vamos, ya podemos salir de aquí - me indicó y comenzó a caminar delante mío otra vez, él también se encuentra por lo sucedido apenas unos instantes atrás.

En silencio llegamos otra vez a la oficina y cada uno nos dejamos caer en una silla para asimilar semejantes escenas - ¿Cómo te llamas? - le pregunté para que la pesadez se esfumara del ambiente en el que nos encontramos.

- Soy Pablo - me contestó timídamente.

- Bien Pablo... yo soy ambar, aunque parece ser que eso ya lo sabes - dije a modo de observación pero tambipen se sarcasmo.

- Bueno... - se rasca la nuca... - no es mi culpa que te la pases durmiendo durante las horas de trabajo. Todas las labores que se supone las tenemos que hacerlas juntos las he hecho yo solo desde que estoy aquí. - Me refutó.

- Entonces ¿tengo un compañero nuevo de trabajo? ¿y ese eres tú? - pregunté a Pablo. Él solamente asintió con la cabeza.

- He traído panes y crema de avellanas ¿quieres comer uno conmigo? - me preguntó poniéndose de pie para ir por su mochila.

- Te lo agradecería bastante si tienes uno de sobra - contesté. Realmente me siento exhausta. Pablo puso su mochila sobre la mesa y sacó ultensilios desechables y también vasos y platos de unicel, seguido de ello ví salir de esa mochila un gran paquete de pan integral, también sacó una botella de agua, un frasco de café soluble, otro con azúcar y uno más de leche en polvo de las que se usan para dar sabor al café.

- ¿Por qué cargas toda esa comida contigo? - hice esa pregunta casi sin pensarlo y sin darme cuenta de que podía hacer sentir fatal al chico que tengo frente a mí.

- Cuando eres un estudiante que busca progresar y pagas renta solo realmente es necesario reducir todos los gastos al máximo - me respondió encogiéndose de hombros.

- ¿Desde cuándo tú también trabajas aquí? - apenas voy cayendo en cuenta de que el chico que es mi nuevo compañero de trabajo me está hablando como si tuviera un conocimiento absoluto de este lugar, del Teatro Apollo y sus alrededores.

- Desde hace tres meses - le contesté con la mirada suspendida en el aire.

- No te ofendas pero de verdad te ves muy demacrada - "y eso que ya no consumo"... fue lo único que se me vino a la mente. - Cuando llegué aquí, durante mi primer día de trabajo, ví que estabas mucho más que dormida, no tuve el valor para despertarte y el resto de la semana fue exactamente igual. Perdona si cuando llegaste te hice pasar un mal momento pero no quería que Roger y Abdiel vieran que una chica tan hermosa como tú labora en este teatro, estoy seguro que de inmediato te habrían raptado para sumarte a la fila del negocio de Roger. Parece que de ahora en adelante te vas a tener que esconder para que no te hagan nada, digo, si es que quieres seguir llevando una vida digna. - El pobre chico se ve totalmente apenado pero también puedo percibir que está asustado por todo lo que está sucediendo en este lugar, y ahora que según se dice Leonard es el CEO quien sabe qué más esté a punto de pasar.

- ¿Cómo? ¿Quieres decir que este teatro está siendo utilizado para el negocio de la trata de blancas? - pregunté sorprendida.

- Así es - dijo Pablo lleno de amargura - durante mi segundo día de trabajo pasó algo que me hizo pensar que casi pierdo la vida. Ese hombre, Abdiel, se la ha pasado acosándome desde que entré a la universidad Columba, al campus de Derecho y no sé cómo le hizo para rastrear todas mis ubicaciones, el punto es que yo iba caminando a las afueras del Yankee Stadium y él iba como copiloto en una camioneta blindada de color blanco, tuve que correr lo más rápido que pude hasta llegar con el Jefe de Seguridad del teatro para pedirle ayuda, él accedió a ayudarme y me dijo que se encargaría. Desde entonces Abdiel no se atreve a hacerme nada cada que me ve en la calle. - Pablo tomó aire y se sirvió un vaso con agua.

- Eso quiere decir que incluso los empleados de este lugar están enterados de esto, de que se trafican chicas en sus naríces como si se tratara de costales de maíz - dije sin pensarlo. No puedo creer que todos estén involucrados en esto y que las vidas de esas jovencitas solo sea vista como dinero y más dinero.

Pablo solamente asintió con la cabeza a lo que yo dije - pero eso no es todo y tampoco es lo más grave - el terror flotó en el aire cuando Pablo me dijo eso.

- ¿Qué quieres decir con que eso no es todo ni lo más grave? ¿Has visto o escuchado cosas de las que viviste con Abdiel y de las que acabamos de escuchar? - un escalofrío me recorrió por toda la columna vertebral.

- Mucho peores, al parecer todo lo que mi madre me dijo de esta ciudad y de sus secretos abominables es cierto. Por lo que yo he visto hay varias personas que se dan aires de ser magnates pero lo único que hacen aquí es presumir de todas sus opulencias sin sacar a la luz que su dinero es fabricado en negocios sucios - este chico está acabando con mi paciencia, a pesar de haber crecido en una familia totalmente honrada y recta sé perfectamente cómo se manejan los negocios sucios y la clase de mounstuos que pueden llegar a ser las personas que los manejan. Así como Martha Boure.

- ¿Qué dijiste hace rato? - sacudí la cabeza al raparar en la gravedad del asunto y de mi aparente estado de salud - ¿He estado durmiendo durante las jornadas de trabajo? - pregunté sintiendo una enorme rabia y una profunda decepción por mí misma.

- Sí, parecías cansada y no quise despertarte - mientras Pablo habla me voy dando cuenta que esta conversación y los nuevos hechos hacen que la madrugada se torne más lúgubre de lo que ya es por naturaleza - yo también conozco la sensación de querer cerrar los ojos durante un pequeño momento por sentirse exhausto y no poder hacerlo porque se tienen que llevar a cabo los deberes del día a día - noté bastante melancolía en su expresión.

- Vaya... te agradezco que hayas tenido esa gentileza conmigo - dije con sinceridad y con una sonrisa apenada.

- No es nada - me regresó la sonrisa - bien, como te decía... - sacudió la cabeza - esta es la información que yo he recolectado y que creo que debes saber. Un tal Leonard es el nuevo propietario y CEO de este teatro, la primera noche que estuve aquí nos topamos en los camerinos, yo solamente estaba haciendo un recorrido al interior para asegurarme de que todo estuviera en orden. Había una mujer de unos cincuenta años con él, su cabello era lacio y castaño obscuro, si mal no recuerdo su nombre era Martha Boure - todos mis sentidos se agudizaron, siento mareos que claramente tengo que controlar si no quiero que Pablo se de cuenta que esa mal nacida y yo tenemos cuentas pendientes que ajustar.

- ¿Qué era lo que hacían? - pregunté intentando ocultar al máximo mis emociones.

- Estaban discutiendo, aunque la falda de esa mujer estaba tan levantada y desacomodada que su pantaleta mal puesta estaba a todas luces, también tenía el cabello alborotado, pareciara que momentos antes habían tenido sexo allí mismo - dijo Pablo con una indiferencia casi transparente, mientras que yo tengo que contener mis naúeseas a como de lugar.

- ¿Y acerca de algo en especial estaban hablando? ¿no te pudiste dar cuenta de eso? - pregunté e inhalé aire, de no ser porque me encuentro sentada sentiría como si estuviera flotando en una especie de limbo.

- Por su puesto que escuche, pero no era una conversación normal de amantes sino que era una discusión acalorada, algo así como una pelea de poder, yo estaba allí parado con ellos y ni siquiera les importó, estaban tan inmersos en su pelea acerca de que si Leonard fuese el nuevo dueño de este teatro le trairía peligro o no. Él decía que no había nada de qué alarmarse, que al adquirir el teatro y tomar posesión del mismo se convertiría en el CEO más respetado y aclamado de la ciudad y que con todas las cosas horribles que pudiera hacer nadie se atrevería a señalarle sus crímenes y además de eso que todo el que se mantuviera cerca de él sería bendecido por su compañía y en autmático también se volvería inmune a cualquier clase de señalamiento criminal - dijo Pablo acerca de lo que presenció.

- Vaya soberbia de imbécil... - dije interrumpiendo el relato de pablo y poniendo los ojos en blanco.

Este pobre chico es mucho más nobleza que humanidad - pero la mujer no accedía a nada de lo que el tal Leonard le estaba diciendo - continuó con el relato - es una mujer verdaderamente desquiciada, no creo que un día pueda olvidar estas palabras "Si tan cómodo es para todos nosotros y si Roger va a poder utilizar estas instalaciones como centro de negocios entonces yo quiero tener un espacio en el que haya un horno para poder deshacerme de todos los cuerpos de los que hemos asesinado" - dí un grito ahogado al escuchar semejante cosa, me llevé la mano a la boca por el espanto.

- ¿Y qué fue lo que Leonard respondió? ¿Acaso aceptó? - pregunté horrorizada.

- Él dijo "Lo vas tener pero tendrás que esperar" - Pablo está igual de consternado que yo por todo esto, cerro sus ojos para poder controlar todo lo que sentía y poder despejar su mente durante unos segundos. - Luego comenzaron a discutir por otras cosas pero ya era suficiente para mí y no quise escuchar más de sus siniestros planes ni negocios, decidí salirme sin que se percataran. - Finalizó Pablo.

- ¡Vaya, no esperaba esto! - me desplomé sobre la mesa, pero al menos con esta información sé dos cosas. La primera, que no soy la única en este mundo que odia a Martha Boure, y la segunda, que ella se siente perseguida por todos los asesinatos que ha cometido.

Luego de un buen rato estando desplomada en la mesa no pude evitar la escena tan asquerosa que debe ser esa zorra encima de Leonard y gimiendo de placer, y para ser sincera dudo que pueda cubrir el estandar de belleza que tiene Leonard para llevarse a una mujer a la cama, pero no dudo que en un momento de escaces o de simple falta de entretenimiento le haga todo tipo de cosas, a pesar de que Martha a estas alturas de su vida ya debe tener la apariencia similar a la de un bulto arrugado y rancio.

- ¡Pablo! ¡Ambar! - escuché como la puerta de nuestra pequeña oficina se abrió violentamente, al levantarme ví al Jefe de seguridad parado frente a nosotros.

- ¿Qué está pasando Señor? - preguntó Pablo.

- Su turno ha terminado, ya pueden irse - dijo el Jefe de seguridad para luego irse a cumplir con sus demás labores.

- Bien, te veo mañana, ten un buen día. - Pablo tomó sus cosas y se fue. Yo también me puse de pie y tomé mi bolso para ir a descansar a mi apartamento, al cerrar la puerta escuché un llanto parecido al de Amelia, seguramente debo estar delirando por todo el cansancio y por la noticia de que Martha Boure es más malvada de lo que creí y de que está mucho más cerca de mí de lo que pensaba. Ojalá mis supocisiones de que se va con Leonard a la cama no sean ciertas, de ser así ese hombre sería un completo perdedor para mí.

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