Abre una sonrisa y nos abrazamos. "Isa, puedes irte, estaré aquí un poco más. Necesito terminar esto", señalo algunos informes, "Buen descanso y cuento contigo, amiga."
Ella se va, y en ese momento, quedándome sola en la sala que ahora es mía, me doy cuenta de lo productivo que ha sido este cambio y cuán oportuno ha sido.
Continúo trabajando.
Estoy recogiendo mis cosas para irme cuando alguien llama a la puerta.
"Puede entrar, Isa, ya estoy...", hablando al mismo tiempo, levanto la vista y veo a esa persona con esos ojos verdes que siempre me dejan sin aliento.
Él entra y cierra la puerta detrás de sí con una magnífica sonrisa en los labios.
"¡Señor Marshal!", digo sin dudarlo.
"Hola Stela, puedes llamarme Lucas, no hay nadie escuchando", responde.
"Dis-dís-disculpa, no te esperaba. Por favor, entra, siéntate aquí", me levanto completamente incómoda mientras él entra en la sala, se dirige al sofá, abre su abrigo y se sienta.
Tomo una de las sillas de mi escritorio y la coloco al lad