Sasha se sienta lentamente, sintiendo su cuerpo aún adolorido y pesado, mientras sus ojos permanecen fijos en Miguel. Lo observa con una mezcla de preocupación y confusión.
El pecho de Miguel sube y baja rápidamente, como si estuviera luchando por controlar algo mucho más grande que la simple extenuación física. El aire a su alrededor se siente tenso, casi sofocante, y la sensación de que algo terriblemente malo ha ocurrido crece dentro de ella.
— Miguel… — lo llama, su voz sale baja y vacilante.
— ¡Maestro Miguel, carajo! — Miguel gruñe, interrumpiéndola con una respuesta que la golpea como un latigazo, cortante y cruel. — ¿O ya olvidaste tu lugar, humana?
El tono severo de Miguel la hace encogerse. La dureza en su voz, justo después de un momento tan intenso e íntimo, la golpea como un puñetazo, robándole el aliento. Sasha traga en seco, sus ojos rápidamente llenándose de lágrimas, una mezcla de dolor, humillación y tristeza inundando su corazón.
Una esclava.
Un juguete.
Un coño hum