Llegamos a la cabaña y al entrar pude apreciar de qué estaba completamente ordenado, hay un estante de libros, un juego de sala y una alfombra enorme de color rojo vino, parecía como que vivían personas acá, estaba todo acondicionado que incluso podía pasar mucho tiempo acá y no me faltaría nada.

Quizás esta cabaña era de Marshall, quizás era un sitio en donde venía para despejar su mente y aclarar todas sus dudas, se sentía cómoda y por supuesto con ese calor increíble que generaba la chimenea, cerca de ella habían dos sillas y una mesa pequeña.

—¿Dónde estamos?— pregunté acomodándome en la silla que estaba cerca de la chimenea.

—En casa—se dirige a un cuarto en busca de ropa nueva.

—¿Hay algo de comer?— mi estómago gruñía, Era normal después de todo, había pasado mucho tiempo y ni siquiera tenía un solo bocado dentro de mi estómago. Estoy haciendo de todo y me había olvidado de lo más importante que era mi alimentación. Desde pequeña me diagnosticaron gastritis y ten