—No le haga nada a mi novio, se lo ruego— suplicó Elena.
—¿Vas a sacrificarte por él?—Déjala ir a ella— pidió Takeshi.—No estás en posición de dar órdenes.—¡Ella está embarazada!—No es hijo mío, ¿Por qué me debe importar eso a mí?—Sabía que no tenías escrúpulos, pero meterte con una mujer embarazada, es de lo peor.—Somos de la misma clase. Mi mujer estaba embarazada, o eso creímos cuando ustedes la secuestraron. ¿Por qué tendría que tener lástima de tu engendro? — jalé por el pelo a Elena, y la llevó a una distancia prudente de Takeshi.—¡No le hagas eso, imbécil! — gritó Takeshi.—Debiste