Capítulo338
En el asiento trasero del coche, en los suaves asientos de cuero, María se acurrucó sin resistencia en los brazos de Manuel, sus labios suaves estaba como el agua de un lago ondulante después de ser besada apasionadamente por él.

Su habilidad para besar era realmente extraordinaria.

Ella no podía resistirse, ni quería hacerlo. Aturdida y cautivada, se vio presionada contra el asiento por el hombre, cuyo cuerpo firme y frío se inclinaba sin permitir resistencia.

Mirando a la mujer que había extrañado durante muchas horas y minutos, impulsado solo por el instinto, como un cazador ágil y voraz frente a una presa deliciosa, inclinó la cabeza y la besó con fuerza y ​​determinación.

Fuera del coche, otro hombre que también amaba a María los miraba. La naturaleza despreciable del hombre lo sumergía aún más en el placer de conquistar y triunfar en su belleza.

María se sintió débil, permitiendo que él continuara besando sus labios tiernos sin cesar.

Su gran mano apretaba su hombro delicado, mie
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