Al regresar a casa, Hudson organizó un funeral para mí.
Durante el funeral, mis padres lloraban desconsolados, gritándole al ingrato de su yerno que me devolviera a la vida.
Hudson no dijo nada, dejó que mis padres lo golpearan y maldijeran.
Cuando todo terminó, empacó las cosas de Jacob, lo llevó a la casa de mis padres y les dio una gran suma de dinero.
El día que fue a la estación de bomberos para tramitar su renuncia, Hudson consiguió el bolso de Asher y luego citó a Galilea para encontrarse.
Galilea pensó que Hudson había cambiado de opinión, se arregló y se vistió con colores brillantes.
Pero cuando se encontraron, Hudson no dudó ni un segundo y la apuñaló varias veces en el estómago.
Cuando Galilea cayó al suelo, aún preguntó por qué lo hacía.
Hudson, como si hubiera escuchado la peor de las ofensas, se rio de una forma muy extraña.
Se inclinó, sacó el cuchillo del estómago de la mujer y así terminó con su vida.
La sangre salpicó toda su cara y Hudson, disgustado, levantó la man