Al día siguiente
Casi como si fuese una ladrona en mi propia casa, entro intentando hacer el menor ruido posible. Son apenas las siete de la mañana y tan sólo espero que mi padre aún no se haya despertado para ir a jugar golf como lo hace todos los sábados. Sé que no dudaría ni un solo momento en preguntarme con quien he estado ya que mi cabello aún está mojado y tengo la misma ropa que anoche.