Burak, un empresario turco, viaja a Estados Unidos para conocer a la prometida de su único hermano, emocionado por el futuro acontecimiento, este se ve eclipsado por una gran tragedia; Burak al no tener las respuestas a tantas preguntas, busca por sí mismo el camino que lo llevará a ellas al mismo tiempo que conoce a una mujer, Jaqueline King, quien por primera vez hará que Burak…pierda la cabeza y dude de sus propias decisiones.
Ler maisJaqueline se dejó caer en la orilla de la cama de aquella habitación, tenía estantes de muñecas de porcelana, con roles rubios y perfectos, le recordó aquella historia que su madre le contaba antes de dormir, la niña de risos que se comía la comida de los osos en una casa que encontró en el bosque; sus ojos se movieron de un lugar a otro, tenía curiosidad y mucha. Su madre se había marchado sin decir nada, su padre estuvo noches llorando en su habitación, sin decirle más, Jaqueline no quería preguntar de nuevo ya que a su padre se le cristalizaban los ojos, luego la dejaba sola en la mesa para irse a encerrar al baño y llorar, ella sospechaba, pero no quería decirlo en voz alta: su madre los había abandonado.
—No toques mis muñecas con tus manos sucias—dijo aquella niña de cabello rubio, muy parecida a aquellas muñecas, Jaqueline no tenía la intención de acercarse más.
—No las toqué, Jaz. —dijo Jaqueline arrugando su pequeña nariz.
Pero Jazleen la ignoró, se puso de brazos cruzados como si fuese una barrera entre ella y sus más preciadas reliquias. Jaqueline se quedó ahí, sentada mirando a Jazleen, su prima.
—Mi nombre es Jazleen, no "Jaz". —esta la corrigió con molestia, Jaqueline asintió lentamente, mostrándole que lo entendía. Esta bajó la mirada a sus manos, llevaba una muñeca de tela que su madre le había hecho con sus propias manos, Jaqueline pensó por un momento que su muñeca podría ser diferente a las de ella, pero no cambiaría nunca esa muñeca, ya que fue un regalo por su madre.
Se abre la puerta, Damián, el padre de Jazleen, se asomó para ver si todo estaba bien entre las niñas.
— ¿Todo bien? —preguntó en dirección a Jaqueline, ella sonrió a medias.
—Gracias tío. —Damián notó a Jazleen refunfuñada, como un bloque bien puesto frente a sus muñecas, esto le molestó.
—Jazleen, hay que ser educados con nuestra invitada, Jaqueline se quedará por un tiempo con nosotros, así que espero le ayudes a sentirse como en casa. —A Jaqueline se le cristalizaron sus ojos marrones, abrazó a su muñeca con fuerza, no quería recordar que había quedado sin su padre hace días atrás.
—No quiero compartir mis muñecas con ella. Tiene sus manos sucias.
Damián le lanzó una mirada a Jazleen.
—Jazleen. —usó su tono de advertencia.
Antes de que la rubia resoplara, Jaqueline se levantó y se acercó a Damián.
—Estoy bien, gracias. ¿Podría dormir en otra habitación? No quiero molestar a Jazleen.
Damián se miró en aquellos ojos marrones, le recordaron su pérdida, las mejillas regordetas de Jaqueline, este asintió acariciando su mejilla, ella sonrió a medias, mostrando sus curiosos hoyuelos.
—Tengo una habitación que la he designado para ti, solo que apenas la están limpiando, ¿Podrías dormir solo por hoy con Jazleen? —Jazleen protestó haciendo un berrinche, Damián solo negó en desaprobación.
—Podría ayudar a limpiar. —insistió Jaqueline, Damián entendió.
—Bien, ven, te voy a mostrar tu nueva habitación. —Jaqueline se abrazó con fuerza a aquella muñeca y atrapó la mano de su tío, quien se conmovió a su gesto, no estaba acostumbrado a los gestos de cariño, mucho menos que sucediera con su esposa o su hija, siempre se quejaban de sus afectos, así que dejó de ser así, de ser un hombre cariñoso.
Subieron a la tercera planta, que solo tenía tres habitaciones, una como bodega, la segunda como un gimnasio y la tercera, una biblioteca, pero nadie entraba, solo él.
La guió de la mano hasta aquella habitación, se encontró con el personal de limpieza, quienes habían logrado limpiar por completo, habían mudado muebles para armar una habitación. Damián sonrió al ver la reacción de Jaqueline, sus ojos brillaron por un momento.
— ¿Te gusta? Puedes pintar las paredes de tu color favorito, aparte, ven. —extiende su mano y Jaqueline con una sonrisa la aceptó. —Mira el panorama. —Jaqueline abrió sus ojos con sorpresa al ver su vista al gran jardín, a lo lejos se veía más árboles y casas vecinas. —Nadie quiso usar esta habitación ya que entra mucha luz.
—Me gusta, tío, gracias. —Jaqueline apretó la mano de su tío en señal de agradecimiento.
—Te compraré lo que necesites, siempre y cuando me digas que es lo que quieres.
—Estoy bien así, tío.
Damián se sentó en la orilla de la cama y le hizo señas a Jaqueline para que se acercara, tragó saliva, las palabras se estaban acomodando en su boca. Ella lo miró, curiosa.
—Sé qué...—Jaqueline supo inmediatamente al escuchar su voz rota, lo que diría a continuación. —Sé qué todo esto es abrumador, que tienes aún muchas preguntas.
El silencio se hizo presente entre ellos, Damián, soltó un largo suspiro, intentó no quebrarse al tocar el tema de su hermano fallecido días atrás. Se había prometido cuidar de Jaqueline y cumplir su promesa de hacer de ella una mujer fuerte, aunque solo tenía diez años de edad, estaba decidido a hacerlo desde ya.
Burak se acomodó del lado que siempre duerme en esa cama, Jaqueline del otro lado, él tenía la espalda recargada en el respaldo de cuero, Jaqueline tenía su rostro en el costado desnudo de él, ambos miraron la televisión frente a ellos.—Dormiré, no aguanto el sueño…—susurró Jaqueline, cerrando sus ojos, Burak la acomodó en la almohada, luego la arropó.Por la mañana, tenía listo el auto en el que se moverían, Burak quería manejar, al terminar de desayunar, él se sorprendió al ver a Jaqueline cubierta con un sala, -cubre el cabello, y se fija en los hombros- Burak abrió sus ojos mucho más de lo normal.—Jaqueline—intentó decir algo, pero ella se detuvo frente a él.—Investigué un poco, no soy de tu religión, sé qué no eres m
Dos semanas después de navegar, Burak y Jaqueline disfrutaron de las bellezas de ambas islas, habían dormido en una villa que era de los padres de él, luego de nadar, de pasear en bicicleta por los lugares, de saborear los platillos, habían llegado finalmente al aeropuerto de la última isla. El avión privado de las empresas de Burak estaba esperando en aquella pista. Jaqueline se sostuvo con fuerza del sombrero que tenía sobre su cabeza para que no se lo llevase el aire, Burak reía al ver que ella no paraba de reír, ya que con la otra mano intentaba que su falda plisada, no se levantara, él se acercó para ayudarle. — ¡Gracias, cariño! —agradeció divertida Jaqueline cuando finalmente llegaron al pie de la escalera del avión, parecía un matrimonio disfrutando de los placeres de la luna de miel. Al subir, el personal los saludó, luego tomaron lugar, Jaqueline se retiró el sombrero, luego se comenzó a arreglar el cabello con sus dedos, miró a Burak que habló por u
El chef a bordo, preparó los mejores filetes que Jaqueline pudo probar, estaban exquisitos, había comido un poco más de lo normal, pensó que podría ser la última vez que podría saborear la comida de Charles, un chef francés muy reconocido. Después de probar el postre, bolas de chocolate con fresas, se quedaron por un momento callados, mirando hacia el mar, la brisa le agradó mucho a Jaqueline, pero cayó en cuenta de algo, el muelle ya no se podía ver, miró hacia todos lados, luego por un momento, pero breve momento, pensó que podría ser parte del plan de Burak, no le había contado nada, giró su rostro hacia a él, se encontraron sus miradas, él dio un sorbo a su copa.— ¿Puedo hacerte una pregunta? —preguntó Jaqueline hacia a él.—Ya la hiciste…—Jaqueline soltó una ri
Burak abrió la puerta del auto blindado, le extendió la mano a Jaqueline para ayudarle a bajar del auto.—Gracias—dijo Jaqueline con una gran sonrisa, se le veía otro semblante.Cerró la puerta y puso su mano en la espalda baja de ella para guiarla por el muelle. Ella se ajustó sus lentes de sol, la brisa de la mañana le encantó, se sintió un poco relajada. Los hombres detrás de Burak, cargaron las maletas de ambos. Burak tomó de la mano a Jaqueline y entrelazó sus dedos con los de ella, esta sonrió y se sonrojó.— ¿No iremos a desayunar? —preguntó Jaqueline al ver que no se dirigieron al restaurante, Burak sonrió sin mirarla.—Vamos a desayunar—Jaqueline siguió caminando y miró los barcos anclados—…pero ahí—señaló un catamarán a lo lej
— ¿No me soltarás? —dijo Jaqueline al terminar el beso, Burak sonrió poco a poco, luego en total silencio, asintió. — ¿Lo prometes?—Lo prometo—Burak respondió, la abrazó con más fuerza a su cuerpo, sintió esa calidez tan familiar. —Nunca he estado tan seguro de ello. —Jaqueline sonrió.Al separarse se miraron por unos momentos en total silencio, él acarició su mejilla, tomó aire y lo soltó en un largo suspiro, ella se sonrojó al ver su mirada azulada tan intensa, distraída por un momento, acarició su estómago.— ¿Qué piensas? —preguntó Burak al ver que Jaqueline arrugó su ceño, ella negó lentamente, se mordió s u labio inferior y lo soltó para sonreírle.— ¿El que me digas que no me soltar
Jaqueline miró el fuego bailando frente a ella después de quemar la carta, había llorado mucho a su padre y, aunque no sabía realmente que es lo que sufría en su interior, pudo perdonarlo. Se pasó una mano por su mejilla para barrer las lágrimas que siguieron deslizándose. Cerró los ojos, sintió una mano cálida acariciando su brazo, al abrirlos miró a su lado, Julissa le sonrió de manera cálida, de manera en apoyo, mostrando que ella estaba ahí para su hija.—Es impresionante lo que Damián siempre guardó dentro de sí, nunca imaginé que él…—Julissa detuvo sus palabras, así se quedaron por un largo momento, mirando el fuego frente a ellas. — ¿Y qué va a pasar con Burak? No lo he visto desde el funeral de tu hermana…—preguntó Julissa, Jaqueline soltó un la
Último capítulo