Los guardaespaldas se pusieron un tanto nerviosos, ya que eran conscientes de la persona que hacía esta advertencia. El dragón del desierto no era alguien que se pudiera tomar a la ligera.
—Zahid, vas a asustar a los empleados. No es necesario que los amenaces de esa manera.
—Kenna, no es una amenaza, es una advertencia de lo que va a pasar en caso de que a ti te pase algo.
—No me va a pasar nada —ella miró a los miembros de seguridad —. No quiero que se angustien de más, ustedes son muchos y si se encuentran al servicio de la familia Iqbal es porque son lo mejor de lo mejor. Pronto la seguridad de la familia Rizik va a venir, así que trabajarán en conjunto para protegernos a todos, no solo a mí.
—Bueno, ya han escuchado a mi mujer —Zahid miró a los guardaespaldas mientras ladeaba la cabeza —se pueden ir.
La sala de la mansión volvió a quedar completamente sola, los únicos que quedaron fueron los enamorados.
—Me has desafiado delante de la seguridad —Zahid miró a Kenna mientras arquea