Cap. 39: Encrucijada.

Juliana quedó paralizada, sintiendo el peso de las palabras de Bruno y la mirada de Alfredo sobre ella. La habitación se llenó de tensión. Ella miró a Alfredo, buscando en sus ojos algún indicio de cómo proceder.

Alfredo, con el corazón roto por la súplica de su hijo, intentó mantener la calma. Sentía un dolor profundo al ver a Bruno en ese estado, pero también sabía que esta situación era injusta para Juliana y para él.

—Bruno, debes descansar. Juliana está aquí ahora. Todo va a estar bien —susurró Alfredo, tratando de calmar a su hijo, aunque sus propias emociones lo desbordaban.

Juliana, con lágrimas en los ojos, se volvió hacia Bruno. Tomó su mano con suavidad, sintiendo el frío de su piel.

—Bruno, lo más importante ahora es que te recuperes. No me iré, y haremos todo lo posible para que te sientas mejor —aseguró Juliana suavemente, su voz tembló.

Bruno, fingiendo debilidad extrema, cerró los ojos y asintió.

—Por favor, Juliana... prométeme que lo pensarás —murmuró Bruno antes de
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