Capitulo 6

–Como he dicho, no tienes experiencia moviéndote en una ciudad tan grande como esta. Dexter fue despedido de la compañía hace un año y medio. Trabajaba en una de las sucursales de la empresa en le departemento de informatica  y lo pillaron intentando pasarle información confidencial a la competencia.

–No te creo –dijo Alejandra.

–No quieres creerme –replicó él–. Te aseguro que no me hace ninguna gracia tener que contarte esto, pero estoy haciendo de buen samaritano.

Naturalmente, después de eso fue despedido sin referencias de ninguna clase y desde entonces no ha trabajado para ninguna compañía importante. ¿Te ha dicho dónde trabaja?

–No –Alejandra empezaba a marearse–. ¿Estás seguro de eso, Marcelo? Es Fácil confundir a la gente y... tal vez no sea la misma persona.

–Yo no cometo ese tipo de errores, Alejandra tu me conoces esta clase de informacion no es algo que se dice a la ligera.

–Todo el mundo comete errores.

Marcelo decidió no responder.

–Podría averiguar dónde trabaja. Pero para encontrar un puesto en otra empresa de informática tendría que haber falsificado referencias de mi compañía.

–¡No soy una niña! Si David es la persona que tú dices, puedo preguntarle directamente.

–Y seguro que él inventaría alguna mentira convincente.

–Y yo me lo creería, ¿verdad? Como soy una ingenua.

–¿Por qué me haces sentir como un monstruo? Estoy haciéndote un favor – dijo  conteniendo el deseo de abrazarla.

–A mí no me parece un favor. Aunque David Dexter fuera la persona que dices, tal vez haya alguna explicación. Y aunque fuese cierto, ¿qué tiene eso que ver conmigo?

–Tal vez Dexter te buscó a propósito.

–¿A mí? ¿Para qué?

–Podría ser una coincidencia, por supuesto, pero intuyo que te buscó a propósito. ¿Tú sabes el dinero que se juega en el mundo de la informática? Por eso  si Dexter quiere vender alguna idea, tal vez se le haya ocurrido hacerlo por una ruta diferente: a través de ti.

Alejandra lo miró, incrédula. Marcelo podría estar equivocado, ¿pero cometería un error como ése? Cuando se trataba de los negocios, su inteligencia era legendaria. Todos hablaban de él con reverencia, con admiración, como si todo lo que tocase se convirtiera en oro.

–¿Te ha hecho preguntas Dexter sobre la compañía?

–Se ha mostrado interesado en mi trabajo...

–Ah, claro.

–Todo el mundo merece una segunda oportunidad. Incluso la gente que ha estado en la cárcel.

Pero se dio cuenta de que el tema de su trabajo había salido a menudo en las conversaciones. Como se sentía halagada por el interés de David, a pesar de su constante distraccion no le había contado que lo que hacía en la compañía era irrelevante. Ni siquiera le había dicho que su oficina era del tamaño de un armario.

–Creo que David Dexter está manipulándote para obtener información –insistió Marcelo.

Alejandra se levantó para servirse un vaso de agua si hubiese encontrado algo mas fuerte tal vez hasta se lo tomaria, lo que Marcelo le estaba contando era casi increible, la  enfurecía que hubiese decidido investigar a David  para humillarla, diciendo luego que le estaba haciendo un favor.

Se dio cuenta entonces de que prefería admirarlo desde la distancia. Entonces, que su corazón se volviera loco cada vez que lo veía había sido un poco inoportuno. Se recordaba a sí misma en la iglesia e inclusive en la casa pastoral , leyendo un libro y soñando despierta que Marcelo Alcantara  se enamoraba de ella. A los diecisiete años, había sido un sueño muy bonito... 

No quería que le prestase tanta atención, no quería que pensara que tenía que cuidar de ella como si fuera una niña pequeña. Quería que volviera a ser el hombre al que admiraba de lejos...

Alejandra parpadeó para volver al presente.

–¿Qué información podría querer sacarme David ? Yo no sé nada sobre informatica y mucho menos sobre software. Tengo un ordenador en el despacho, pero apenas lo uso. Y no sé nada sobre los programas en los que trabaja la compañia. ¿Qué iba a contarle?

Marcelo que hasta el momento continuaba sentado decidio caminara hacia la ventana  para alejarse un poco de ella, pero era una habitación muy pequeña y desde cualquier ángulo se veía enfrentado con esa cara de ángel...

–Te equivocas si crees que David  me ha buscado para robar secretos de lacompañía –insistió.

–Tú y yo sabemos que no puedes contarle nada sobre la compañía, pero el no lo sabe.

–Por favor...

–Ese hombre está utilizándote y tienes que librarte de él. Desde mi punto de vista, te conviertes en un peligro en el momento que se cuestiona si se puede o no confiar en ti –dijo 

 –¿Qué? Pero tú sabes que yo nunca le contaría nada a nadie... ¡y no hay nada ue pueda contar!

–Por el momento.

–¿Estás diciendo que no confías en mí?

Marcelo se encogió de hombros.

–Las charlas de cama crean una magia extraña. ¿Quién sabe si Dexter podría convencerte para que le pasaras algún archivo? El conoce el edificio, puede decirte qué archivos le interesan o dónde buscar. No hay ninguna posibilidad de que consiga algo importante, pero no estoy dispuesto a arriesgarme, ni arriesgar a todas las personas que confiaron en mi y en mi Compañia. 

–Muy bien, me lo pensaré –tuvo que decir por fin.

–Tendrás que hacer algo más que eso.

–¿O perderé mi trabajo?

–Lamentablemente, así es.

No parecía sentir el menor remordimiento, como si no tuviera importancia. Y Alejandra, por primenra vez esta presenciado no la genialidad de la que tanto ha escuchado sino la cruel realidad a la que es capaz de someter Marcelo Alcantara a sus enemigos comerciales.Se dejo caer en el sofa algo abatida y abrumanda por la situacion. Mracelo tuvo que hacerse el fuerte para no consolarla. Pero lo hizo, dejó que el silencio se alargara y unos minutos después salió de la habitación, el sonido de la puerta al cerrarse como una bomba.

Después de haber descubierto que Dexter era un estafador, había esperado que Alejadra le diese las gracias. Si alguien le hubiera dicho a él que una de las chicas con las que salía sólo estaba interesada en su dinero, se habría librado de ella inmediatamente, agradeciendo que le hubieran dado esa información. Claro que él era una persona realista, Alejandra no lo era.

En lugar de echarle los brazos al cuello para darle las gracias, se había mostrado incrédula, desagradecida e incluso lo había puesto en la posición de tener que darle un ultimátum. ¿No decían que las buenas obras siempre recibían un castigo?

Marcelo  pasó el fin de semana inquieto. No podía creer que Alejandra eligiera un hombre al que apenas conocía por encima de su consejo y por encima de un trabajo más que bien pagado. La idea de despedirla, aunque no tendría otraopción si no dejaba a David, no lo llenaba de entusiasmo precisamente mejor seria decir que tenia desde el viernes el estomago revuelto y el fin de semana que debio de ser tranquilo y relajante fue todo lo contrario para el.

Su madre nunca le pedía nada. Incluso cuando se encontró sin dinero y sin hogar, ni una sola vez le había pedido ayuda. Lo único que había hecho era protegerse a sí misma de la crueldad de la prensa, de modo que la idea de decepcionarla no le resultaba nada agradable. Pero al final del domingo estaba dispuesto a hacer lo que tenía que hacer y no perdió el tiempo debatiendo los pros y los contras.

A las siete, aparcaba su auto frente al edificio donde vivía Alejandra. La había llamado un par de veces sin recibir respuesta y la luz de su habitación estaba apagada, de modo que no estaba allí. Daba igual, la esperaría. No se detuvo a analizar si era correcto aparecer en su casa para preguntarle si había tomado una decisióndefinitiva sobre lo que iba hacer. Había estado de mal humor todo el fin de semana, pero empezaba a animarse y estaba hablando por el móvil cuando ella apareció.

Alejandra no vio el auto aparcado junto a la furgoneta blanca de su vecino. Francamente, no se daba cuenta de nada mientras sacaba las llaves del bolso con manos temblorosas y tampoco oyó los pasos en la acera cuando por fin abría el portal.

Pero cuando alguien puso una mano en su brazo, lanzó un grito y golpeó a su atacante en la cara con el bolso.

–¡Por el amor de Dios! ¿Se puede saber qué haces?

¡Marcelo!

Conteniendo el deseo de golpearlo otra vez, Alejandra entró en el portal y estuvo a punto de darle con la puerta en las narices... y lo habría hecho si Marcelo  no la hubiera sujetado con la mano.

–¿Qué haces aquí?

–¿En este momento? Preguntarme si me has roto la mandíbula, mientras se frotaba la cara –respondió él–. ¿Qué llevas en el bolso, piedras?

–Si no aparecieras de repente como un ladrón, no te habría golpeado. – Estoy empezando a creer que cuando se trata de ti, el aspecto engaña –admitió él.

–No me apetece hablar contigo.

–¿Por qué no? ¿Dónde has estado?

–No es asunto tuyo, te puedes largara ya habalremos mañana.

–Sabes que no voy a marcharme. No llegamos a una conclusión el otro día.

Alejandra no dijo nada mientras subía al segundo piso, pero en caso de que pensara darle con la puerta en las narices, Marcelo puso una mano en el quicio.

–Te he dicho que no quiero hablar contigo –repitió Alejandra. Aunque no sabía para qué se molestaba porque allí estaba el, en su habitación, esperando una respuesta. Y sabía que no se iría sin recibirla.

Ya no se trataba sólo de que saliera con el tipo equivocado, sino que ese tipo podría ser una amenaza para su compañía. Entendía su ansiedad, pero eso no significaba que le gustase verlo allí otra vez, haciéndola sentir incómoda.

Alejandra se quitó el abrigo, pero debajo no llevaba un vestidito negro, sino  un pantalón vaqueroque se ajustaba a su figura como un guante y un cardigan grueso abrochado hasta el cuello. Y, sin embargo, él no podía dejar de verla con aquel vestido negro tan sexy. Y luego sin el vestido, desnuda, echando la cabeza hacia atrás para que pudiera jugar con sus generosos pechos, llevando una mano hacia su erección...

La inmediata reacción de su cuerpo lo sorprendió de tal modo que tuvo que apartar la mirada de ella, esto era lo que mas le desconsertaba y le inritaba llevaba tod el fin de semana teniendo fantacias con Alejandra logrando que su cuerpo estuviese tan insatisfecho y lleno de hambre.

–Sí, lo sé.

–Ese tipo no te merece, Alejandra.

–¿Cómo sabes que he estado con el? Bueno, da igual, no me lo cuentes. Hemos terminado, así que ya no tienes que preocuparte.

–Me alegro –dijo él–. Has hecho lo que debías hacer.

–No te importan los sentimientos de nadie, ¿verdad? Lo único que te importa es tu empresa. No te importa que David haya sido el primer hombre con el que he salido desde que llegué.

–Y mira cómo ha terminado el asunto. Si crees que ahora te ha roto el corazón, imagina lo que habría pasado si hubierais salido juntos durante unos meses o un año. ¿Cómo te habrías sentido si te hubiera dejado entonces porque no podías darle lo que buscaba?

–¿Cómo puedes ser tan frío? –exclamó.

Pero lo peor de todo era que tenía razón. En cuanto le contó a David que había decidido dejar su trabajo en la compañía, sintió que él se apartaba. Su entusiasmo por pedir la cuenta mientras ella le hablaba del estrés de trabajar en una compañía tan grande y su deseo de buscar empleo en algo relacionado con la jardinería habría sido gracioso si no fuera tan deprimente.

Nunca sabría si había salido con ella para intentar robar secretos de la empresa, pero estaba claro que había querido encontrar la forma de infiltrarse, tal vez para vengarse de gran jefe por haberlo despedido.

Sabía que era un manipulador y un sinvergüenza, pero eso no le hacía mucho bien a su autoestima. Y que Marcelo  estuviera allí prácticamente riéndose de ella era la gota que colmaba el vaso. 

–Tú no sabes lo que es llevarte una desilusión así. Eres como un bloque de hielo.

–Era un manipulador...

–¡Ya sé que era un manipulador! Y sé que esa relación no habría funcionado, pero estaría bien que no me lo restregaras por las narices. Todo esto es una broma para ti porque no quieres tener una relación con nadie.

–Te he hecho un enorme favor.

–Pues no me apetece darte las gracias.

Estaban a unos centímetros el uno del otro. Alejandra no sabía cómo sus pies la habían llevado hasta él, pero algo era seguro es que se  quedó sin aliento al miralo a los ojos.

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