Manuela ♥02♥

Hoy use falda, ya que mi único pantalón estaba roto. Me sorprendí muchísimo por lo flaca que estaba; tuve que ponerme un pasador para ajustarla y evitar algún accidente.

Al llegar a la clínica, me encontré con Juan y Cristal, parados al lado de la entrada con rostros relajados y pacientes. Con un sutil movimiento de cabeza los salude. Solo quería mi dinero y mi triciclo para volver a trabajar. A mi madre solo le quedaban medicamentos para una semana, sin olvidar los alimentos. Él se encontraba trabajando en Puerto La Cruz al oriente del país, así que no sería problema.

—Te invitamos a desayunar.

—Ya desayuné.

Mi estómago me traiciono y terminamos en una cafetería en la que solo me miran mal. Incomoda, trate de ser lo menos amable posible. Tenía que trabajar.

—¿Cómo estas, hoy? —dijo Cristal aliviando la situación.

—No quiero ser grosera —Tenía que ser honesta—. Solo quiero mi dinero. Necesito volver a trabajar.

—¿Qué edad tienes, Manuela? —Quiso saber Juan ignorando mi petición.

—19.

—¿Estudias?

—¿A qué viene todo este interrogatorio?

Tenía entendido que responder una pregunta con otra pregunta era de mala educación, pero ¿Quiénes eran ellos para entrometerse en mi vida?

—Solo queremos ayudarte.

—Pues me ayudarían mucho si me dan mi triciclo y el dinero.

Ambos compartieron miradas.

—Cumpliremos con nuestra palabra —aseguró Cristal con una cálida sonrisa—, sin embargo, tenemos una propuesta para ti. Una oportunidad de trabajo.

Levante mi rostro sin poder creerlo.

—Queremos que trabajes para nosotros, como muchacha de servicio. Solo trabajarías horas laborales y tu salario será de 80.000 bolívares más el bono de alimentación y todos los beneficios médicos que la ley establece. Esto es más de lo que ganas en un mes con tu triciclo.

—¿Por qué? —Fue lo único que pude articular.

—Porque queremos ayudarte.

Así, sin presión, ni trampas, acepte. Era como un sueño, algo que solo pasaba en los libros. Esto representaba para mí una luz de esperanza. Ahora no solo podía ayudar a mi madre, sino que también podía pagarle a Matilde para que la cuide mientras yo trabajaba y así de a poco podíamos independizarnos y alejarnos de él.

—¿Cuándo comienzo?

Eran la 1:00 pm cuando deje mi casa para asistir a mi nuevo trabajo. Matilde estaba radiante por la noticia y mi madre, solo me dijo que tuviera cuidado. No sé cómo hacen, pero siempre tienen razón. Con ese pensamiento en mi cabeza, me aliste.

El carrito por puesto pasaba en la avenida, solo tarde 15 minutos para llegar.

—Adelante. Aquí trabajaras.

Era un apartamento amplio y moderno. Sé que pocas veces he pisado una casa lujosa, pero percibo que ellos no viven aquí. Es más, un lugar placentero que un hogar.

—Trabajaras de ocho de la mañana a seis de la tarde. Desayunaras, almorzaras y cenaras aquí. También hemos habilitado un dormitorio por si deseas quedarte. Solo tienes libres sábados y domingos, más lo días feriados claro está. No somos estrictos, más si te pedimos tu responsabilidad y puntualidad.

—¿Ustedes viven aquí?

Cristal sonrió y Juan respondió:

—No, aquí vive nuestro hijo, Cristóbal. Trabajaras para nosotros atendiéndolo a él.

Ay, no.

¿El que me llamó indigente vive aquí?

Los mire aterrorizada. Ellos no querían ayudarme, querían matarme.

—Quita esa cara de pánico. Nuestro hijo es un poco duro, no te lo vamos a negar. Solo está pasando una mala etapa y por eso estas aquí, creemos que una compañía joven lo animará. —Cristal sonaba segura, pero había algo en su expresión que contradecía sus palabras.

—Yo no sé si pueda con esto. Me odiara, puedo sentirlo.

—No linda, Cristóbal es incapaz de odiar a nadie.

Su mirada de ayer no me dijo lo mismo.

—Es que, no lo sé... —dije rascándome el cuello. Un mal hábito, lo sé.

—Una semana. —dijo Juan llamando mi atención—, si en una semana decides que no te gusta, te dejamos ir. El contrato puede esperar. Más que una ayuda en los quehaceres queremos que seas una amiga. Mi hijo ha pasado momentos muy duros.

—No lo entiendo.

—¿Las pautas del trabajo?

—No, no —dije agitando mis manos—. ¿Por qué yo?

—Eso, lo descubrirás por ti misma.

La mirada de Cristal me lo dijo todo. Me lo estaba suplicando. No lo dude, tenía que ayudarla, además, no era como si lo estuviera haciendo gratis. Iba a tener un buen salario y, además, alimentos. Aunque, sabía que el problema sería el muchacho tenía que arriesgarme.

—No quiero sonar chismosa, pero ¿Qué fue lo que le paso a su hijo?

Cristal dudo unos segundos y su esposo la ayudo.

—Hace más de un año, perdió a su prometida. Fue un accidente en un lago, él no pudo ayudarla y eso le ha hecho sentir culpable y como consecuencia, su personalidad se ha distorsionado.

Guarde silencio. No debí preguntar, eso era demasiado personal.

Dos horas más tarde, limpie, lave y cocine. Haber aprendido a valerme sola desde niña estaba dando resultado. El apartamento quedo precioso y la comida sabrosa. Me dio curiosidad por el gran televisor de la sala y lo encendí. Estaban pasando Gravity Falls en Disney Channel, genial. Sí, tengo 19 años. Eso no significa que no pueda ver caricaturas. Aunque fueran las únicas que conocía con excepción de Peppa. ¿Quién no conoce a la cerdita rosada más famosa del mundo infantil?

Entretenida, no sentí cuando la puerta se abrió y fue cuando sentí a una sombra detrás de mí, cuando me arrepentí mil veces de estar sentada en el suelo viendo caricaturas.

—¿Quién demonios eres tú? Y ¿Qué haces en mi casa?

Me levante asustada y cuando me reconoció, su cara enrojeció.

—Voy a matar a mis padres.

Y por supuesto a mi también.

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