Manuela entro nerviosa y no era para menos, estábamos en el lugar dónde comenzó todo. Mi antiguo apartamento. Durante todos estos años y pese a la insistencia de mis padres, no quise venderlo. Este lugar es demasiado valioso para mí, sentimentalmente hablando. Así que después que se fue Manuela, contrate a tres personas para que se encargaran de mantenerlo.
—Puedes acostar a Santiago en tu antigua habitación —dije quitándome la chaqueta.
Ella alzando al pequeño un poco más para soportar su peso, me miró.
—Este lugar sigue intacto.
Sonreí y le arrebaté a mi niño de sus brazos para llevarlo a la h