Adrián Sokolov
Me despierto y siento un aroma bastante conocido impregnado en las sábanas. Estiro mi mano y no hay nada. Me meto a lavar los dientes y salgo solo con el bóxer. Voy hasta la cocina y la veo en ropa interior cocinar y bailar.
—Despierta tan temprano —digo abrazándola por detrás.
—Para hacerle desayuno a mi jefe —dice dándose la vuelta.
—Buena empleada —digo abrazándola y levantandola para ponerla en la loseta. Me pongo en medio de sus piernas y la beso. El sabor a pasta dental invade mi boca y nariz. Ella rodea sus manos en mi cuello y me acerca más.
Meto mis manos en sus bragas y ya está un poco mojada, empiezo a comer su cuello, huele a mi jabón y me encanta. Huele mejor en su piel. Acaricio su entrepiernas y jadea fuerte, continúo sin detenerme.
—Mierda Adrián —gruñe araña