—¿Qué te gustaría hacer hoy? —escucho detrás de mi la voz de Azael.
—No sé, lo que tú quieras —respondo sintiéndome un tanto desanimada y a la vez un cansancio inusual.
Justo cuando volteo a verlo bostezo sin disimulo, llegó de pronto, sin darme tiempo a controlarlo. De la pena puse mi mano sobre los labios.
—Disculpa —le digo apenada.
—Seguro estas agotada por el viaje y que no hemos probado comida hoy —me da dos palmadas en uno de los glúteos—, apresúrate para ir a comer algo y luego damos un paseo por la playa. ¿Te parece?
—Lo que tu digas está bien —le contesto forzando una sonrisa.
Alargo mi mano para tocar su pecho y luego camino hasta el vestier donde él dejó las maletas. Solo hasta ahora soy consciente que el haber traído ropa fue innecesario. Parecía que tenía todo planificado, o tal vez he estado aquí y en mi proceso de haber olvidado algunos pasajes de mi vida lo olvidé, sacudí la cabeza al sentirme abrumada por la mezcla de la confusión y el agotamiento.
Mientras revisaba