Mi teléfono suena, miro la pantalla y como si fuera invocado a un espíritu Max es la que me llama.
— Dime.
— En ¿Dónde estás?, no ve que me muero de hambre, idiota — la mujer está enojada.
— Estoy comprando comida. — es mentira, estoy con tu padre, le digo eso y me deja de hablar.
— Pues, más te vale que llegues con mi comida. — y me cuelga la llamada.
— Max, está enojada — vuelve a suspira.
— Raúl, de verdad, te agradezco todo lo que has hecho por mi única familia — niego.
— No tiene por qué agradecer todo humano comete errores en su vida y de ellos se aprenden, Rivas — sonríe agradecido.
— Veo que amas locamente a mi hija — reí nervioso.
— ¿Se nota mucho? &mda