Luego, le dio una patada en las piernas, haciéndola caer con la cabeza al suelo. Paola gritó fuertemente de dolor.
—Hasta que aprendas a obedecerme y admitas que eres mi esposa, y mi mascota, no dejaré de mostrarte lo que es el dolor —dijo, arrastrándola por el cabello fuera de la casa. Su cuero cab