Afuera de la clínica Rachel esperaba a Kilian, ella había llegado antes, Lola la había venido a dejar y aún no se marchaba, había preferido quedarse con ella hasta que el imbécil de Kilian apareciera. El problema en esto es que faltan diez minutos para que sean las ocho y él aún no aparece.
—¿Y si lo llamas?
—No, no le voy a insistir si no desea venir. Debe estar muy ocupado en su cama, cómo para darle tiempo a un hijo que no quiere.
—Bueno, entonces entremos. No te voy a dejar sola.
Rachel sonríe y mira su celular antes de entrar, no había ni un solo mensaje o llamada de Kilian. Se da por vencida con ese hombre, ingresan en la clínica, hace saber que ha llegado para que la llamen y le piden tomar asiento hasta que su obstetra la llame. Rachel toma asiento junto con Lola, mueve sus piernas nerviosas y su amiga trata de calmarla mientras le habla, para hacerle saber que no estaba sola y no había a nada a qué tenerle miedo.
—Rachel Santana.
Escuchar su nombre atiba sus nervios, aún así