Belén estaba perpleja mientras miraba la llave de la habitación que Santiago dejó en sus manos. Toda lástima y tristeza que sintió momentos antes desaparecieron en un instante y la dejaron en un silencio ensordecedor.
Al notar que Belén no decía nada, Santiago pensó que había quedado anonadada.
— Bely, ser inocente e ingenua no es algo malo. Pero eso solo funcionaría si aún vivieras en el campo. Ahora que vives en el distrito imperial, tienes que aprender nuestras costumbres, por muy turbias que parezcan.
Hay veces que es necesario hacer sacrificio.
—¿Estás diciendo que use esta llave para meterme en la cama de Daniel? —balbuceó Belén mientras su rostro enpalideció.
Santiago arrugó la nariz como si Belén lo hubiera ofendido.
—No es tan malo como parece, Bely. Una vez que estés con el señor Peralta, serás oficialmente parte de su familia y del grupo Peralta. ¡Imagínate la fama y la fortuna que tendrás!
No solo es por nuestra familia, sino también por tu futuro. Casarte con un P