En el momento en que sus miradas se encontraron, Eva notó un destello de frialdad en los ojos entrecerrados de Belén, y un escalofrío le recorrió la espalda.
Asustada, Eva quiso instintivamente escapar del aula: sin embargo, estaba clavada al suelo y no podía moverse ni un centímetro. Al mismo tiempo, sintió que su espalda se cubría de sudor frío.
En ese momento, un destello pasó por su mente.
«¿Se habrá enterado Belén?».
No obstante, pronto descartó esa posibilidad, ya que la página web siempre mantenía en confidencialidad a la información de sus clientes.
«Bueno, ni siquiera quien aceptó mi pedido sabe quién soy, sin mencionar a la pueblerina de Belén. Además, supongo que ni siquiera conoce la página».
Así fue como Eva se dio cuenta de que estaba pensando demasiado a las cosas debido a la extraña mirada de Belén, en ese momento se sintió aliviada y se obligó a mirar hacia otro lado.
Luego, regresó rápido a su lugar y no se atrevió a mirar de nuevo hacia atrás.
—Eva.
De repe