Belén paseaba despreocupada por el patio cuando Noemí se acercó corriendo a ella.
— Señorita Belén, la joven se ha desmayado — susurró.
Al instante, se puso de pie y se dirigió a la habitación de servicio. Como la mujer había despedido a los demás sirvientes, nadie vio a Belén dirigirse a su habitación. Tras empujar la puerta, vio a la muchacha envuelta en las sábanas con el rostro pálido. Tenía los ojos cerrados como si estuviera agonizando.
— ¿Natalia? ¡Natalia! — Belén empujó suave el hombro.
Mientras fruncía el ceño, la mujer empezó a murmurar incoherencia. Belén se acercó y la oyó susurrar.
—Venganza… Tommy.
Noemí se acercó y preguntó preocupada:
—Señorita Belén, ¿qué debemos hacer?
Esta giró hacia su hombro.
—Le he vendado la herida, Así es que esto no debería estar ocurriendo. ¿Le vistes el medicamento a tiempo?
—Sí, me aseguré de que se lo tomara antes de irme a trabajar después de cada comida — respondió Noemí.
Belén estaba confundida, tocó la frente de Natalia y