Belén se cubrió el pecho con un brazo antes de bajarse de la cama. Después de ponerse algo de ropa, se volvió hacia el hombre que forcejeaba y se burló para sus adentro. «Subestimas a las mujeres, ¿no es así? ¿Aún piensas que las mujeres son indefensas y que puedes intimidarlas a tu antojo? ¡Sigue soñando!». El hombre luchaba tanto por liberar sus manos que estas ya estaban de color rojo y la sangre aún brotaba de su herida en el hombro. Nunca espero que una mujer le atendiera una trampa. — Te sugiero que dejes de forcejear — apuntó Belén después de ponerse la ropa—. Ese es un nudo muy firme. Cuanto más te resista, más va a apretarse. Así que será mejor que te comportes y esperes a que la tripulación te encuentre mañana. Por fin, el hombre dejó de forcejear mientras su hija va su mirada en ella. En una situación como esa, cualquier persona estaría furiosa o aterrorizado, pero el hombre había recuperado la calma tras enfadarse por un momento. Su reacción solo hizo que Belén f
La espalda de Belén se empapó instantáneamente de un sudor frío al pensar eso. No podía creer que el hacker fuera capaz de seguirla hasta ahí desde Distrito imperial. Además, había colocado una bomba en el barco. Eso le recordó la conversación que el hacker tuvo con ella. Le advirtió que si se negaba a unirse a ellos, la bomba que tenía delante sería su único desenlace. Así, respiró profundo varias veces más antes de atender la llamada. —¿Quién eres? — preguntó con frialdad. Una voz que sonaba robótica se escuchó del otro lado y respondió: — Señorita Suárez, ¿siempre están apáticas cuando reciben una llamada de un número desconocido? La persona hablaba en otro idioma, su verdadera voz se encubría detrás de un cambiador de voz. Aun así, pude notar lo indiferente que sonaba. Como era de esperar, era nada menos que el hacker, eso solo confirmó la sospecha que tuvo desde el principio de que había colocado la bomba solo para ella. No podía creer lo despiadada que era esa persona al
Belén, quien estaba en el crucero, se quedó mirando los dos cables mientras resumía las palabras de Leo a Daniel. Al instante, se sintió más tensa. — No sé mucho sobre él, ya que es muy reservado, pero recuerdo haber oído su voz cuando esa gente intentó matarme en el mar. Me llamó «rata negra sucia», supongo que odia el color negro. De inmediato, ella colocó la daga debajo del cable negro, y puso el teléfono entre sus hombros y mejilla. —Cortaré el negro, entonces… Daniel comenzó a sudar mucho la frente, nervioso, se paseó de un lado a otro. —¡Espera! ¿Cuánto tiempo te queda? Belén miró el temporalizador. —Quince segundos. —Déjame pensar, déjame pensar… Al prestarle más atención, no todo un ligero temblor en su voz. Nunca en su vida se había sentido tan nervioso, y unos segundos después, él apretó los dientes y gritó: —¡No Cortes! ¡Belén, corre! ¡Salta por la borda, no estoy completamente seguro de esto! En ese mismo momento, un miedo inmenso, la impotencia y la ira lo a
Diego se desconcertó al ver a Daniel alejarse. «Algo no estaba bien en él. ¿Será que...?». Los ojos de Diego se abrieron con miedo. «No puede ser que le guste a Daniel. Después de todo, soy buen mozo y encantador». Diego se estremeció de solo pensarlo. «Imposible... No puede ser. No puede ser que le guste a Daniel, ¿verdad?». Digo quería aclarar la situación, pero Daniel ya había entrado en la sala de reuniones, Así que no tenía más opción que guardarse esa pregunta y también entrar en la sala llena de bullicio. Mientras tanto, el director intentaba calmar al personal técnico, pero fue en vano. Justo después, entró una ráfaga que intimidó a todos en la sala, y en ese instante, todos se quedaron en silencio mientras se giraban a mirar al hombre que había entrado. Vestía un lujoso traje negro con los puños abotonados. Entró a la sala con aire de confianza, le tomó solo un instante a las personas ahí sentar la presencia dominante. Nadie se atrevió a decir una palabra, ya que es
William sacudió la cabeza. Era aterrador tener a Daniel como su jefe, ya que era bueno para manipular. «Por suerte no soy ni empleado ni rival. De lo contrario, habría sido víctima de sus juegos mentales también sin siquiera darme cuenta». William estaba sorprendido por las habilidades de Daniel para terminar el conflicto. Antes de retirarse, los empleados debían firmar un contrato que no les permitía renunciar en los próximos tres años. Incluso luego de que la sala quedó vacía, Diego permanecía admirado. William sonrió luego de sacarse sus lentes y darle una palmada en el hombro a Diego. —¿Aún en shock? — preguntó Diego luego de tomar a Daniel. — Debes entender qué quieren, y luego dárselo — respondió Daniel con la mirada puesta en él. Diego tomó una libreta y un lapicero; estaba listo para anotar el consejo. Pero Daniel no continúa hablando. —¿Qué más? — Diego levantó la cabeza. —Eso es todo — respondió Daniel mientras escribía rápido en su teléfono. Diego estaba
«¿Qué pasó?». Al momento siguiente, Sebastián vio a su «Gatita» ayudando a una anciana en el crucero. La gatita parecía haber percibido algo y su mirada se posó en Sebastián, quien estaba a cien metros de distancia. Antes de que este pudiera reaccionar desde su helicóptero, Belén le hizo una señal a escondidas cuando Doris no estaba mirando. Aunque Sebastián no era del distrito imperial, el gesto del dedo del medio tenía un significado universal. —¡Ja, ja, ja! — En lugar de mostrarse furioso, Sebastián río a carcajadas. «Párese que mi gatita ha desactivado la bomba. Esto se vuelve cada vez más interesante» Se dio la vuelta y, a través del auricular del helicóptero, indicó al guardaespaldas: —Vámonos. Y averíguame todos sus datos. El helicóptero se detuvo en el muelle durante otros dos segundos antes de partir. Como si no hubiera visto nada, Belén le recortó con suavidad a Doris
Noemí me dio con la palma de la mano esa gran herida con la forma de ciempiés. Medida desde la muñeca hasta la punta de los dedos. No podía imaginarse cómo Belén era capaz de coser un corte tan espantoso sin mutarse, ya que al solo verla ella se le erizaba la piel. Al mismo tiempo, también sintió pena por ella. Cuando miró a Natalia, descubrió que, aparte de estar más pálida que antes, no tenía ni una sola mueca. «¿Por Dios? La verdad es que las dos son muy valientes». Después de que Belén le curara con cuidado cada una de las heridas, la ayudó a ponerse una nueva muda de ropa suelta y cómoda. Sin embargo, cuando ya había terminado, la espalda de Belén estaba toda resbaladiza por su propia transpiración. La mujer volvió a mirar a Noemí con el mismo grado de temor que antes, quizás porque no confiaba en nadie más que en Daniel. Incluso, la confianza que tenía en Belén parecía provenir de la confianza que le tenía a él. Noemí se dio cuenta de la desconfianza de ella, entonces
Santiago le lanzó una mirada tranquilizadora a Belén antes de dirigirse a su madre. —No estás bien, madre, y por eso no tienes apetito. Aun así, deberías al menos intentar comer algo. Por la persuasión de Santiago, Doris logró consumir algo, pero perdió el entusiasmo por completo después de comer el cuarto bocado. — Suficiente. No quiero comer más. Con un suspiro, Santiago le indicó a Belén que se fuera. Ella asintió antes de irse. Nadie se dio cuenta de la sonrisa maliciosa reflejada en el rostro de Belén. «Por supuesto que está horrible». Tenía un motivo para hacer la deliciosa cuando estaba en el campo. Ya que la situación no lo ameritaba, ¿por qué haría el esfuerzo? ¡No es como si fuera la cocinera personal de Doris! Sin embargo, Santiago no iba a sospechar que había algo extraño, porque, ¿cómo se le iba a ocurrir que una hija obediente y buena como ella albergaría tanta malicia? Aparte de Daniel, no tenía el deseo de pasar el resto de su vida haciendo ravioles para nad