Belén sabía que quería Doris. Los ravioles que había hecho la noche anterior.
«¡Perfecto! Todo va de acuerdo con el plan». Se burló en su mente y respondió en tono amable:
— La comida más rápida que puedo preparar son los ravioles que quedaron de anoche. ¿Te parece bien, abuela?
Doris resopló y respondió en tono recio:
— Está bien, que sean los ravioles.
Belén asintió con la cabeza, entró a la cocina y enseguida sirvió un plato de ravioles.
Cuando su nieta le llevó la comida, Doris ya se encontraba esperando en la mesa del comedor con un tenedor. Belén tenía bastante confianza en sus dotes culinarias, por lo que su reacción no la sorprendió.
No obstante, fingió que no notaba el entusiasmo de Doris mientras dejaba la comida y le preguntó:
—¿Necesitas que haga algo más por ti, abuela?
No obstante, Doris respondió con impaciencia:
—Ve alimentar a los cerdos. Sabes cómo prepararles comida, ¿verdad? Pasaste mucho tiempo en un pueblo, Así que debes haber criado cerdos an