Por reflejos, Santiago miró a Belén, ya que con esta frase, había estado muy cerca de delatarse. Para su alivio, la joven no mostró ninguna reacción en su rostro.
«Como en ese momento Belén es mi fuente de ingreso, que sepa que Ana es mi hija biológica, no traería nada bueno para mí».
Mientras tanto. Ana no podía creer que hubiera recibido el rechazo de Santiago por acusar a Belén.
— Estoy diciendo la verdad, padre... — pronunció atónita mientras abría los ojos con incredulidad.
—¡Dilo una vez más si tienes agallas! — después de retarla, Santiago abofeteó a Ana en el rostro.
Como resultado, el golpe dejó una marca visible en el rostro de la joven, quien cubrió sus mejillas mientras lágrimas brotaban de sus ojos.
—¿P—padre? ¿Por qué...?
«¿Por qué papá elige creer en una campesina como Belén el lugar de la hija que crio? ¿Ambas somos sus hijas biológicas?».
—¡No me llames padre! ¡No tengo una hija tan sinvergüenza como tú! — reprendió Santiago.
Sin embargo, se sentía a