Debido a su entusiasmo, Paola se sonrojó mientras le pestañeaba. Su Modesta e inocente mirada se habría ganado el corazón de muchos hombres.
Desde luego que Hugo sucumbió antes su encanto. No obstante, la miraba de manera dubitativa.
«¿Acaso no fue ella la que me pidió que entrara en esta habitación? ¿Por qué me pregunta eso?»
Antes de que pudiera responder, Paola saltó a sus brazos, y en el momento en que su suave cuerpo chocó contra el de él, Hugo se sorprendió tanto que se puso rígido como una tabla.
Tragó saliva con nerviosismo y se moría por devolverle el abrazo, pero era demasiado tímido para retribuirle la acción.
Luego de vacilar por unos segundos, Hugo se armó de valor para abrazarla y envolvió los brazos con cautela alrededor de su delgada cintura para acercarla más mientras la sostenía como si fuera la joya más preciosa del mundo.
— Paola… — A Hugo le tembló la voz al pronunciar su nombre.
Había fantaseado con ese momento innumerables veces, pero ni siquiera